La página web del liceo experimental Gabriela Mistral de Independencia se ve bonita. Podría ser cualquier liceo subvencionado con nombre gringo y aspiraciones de clase media. Mejor no poner fotos de sus instalaciones. Tendrían que dimitir el alcalde progresista Gonzalo Durán y el Ministro de Educación, Raúl Figueroa. A esos establecimientos quieren mandar a nuestros niños.
En la página web del liceo experimental, todo se ve bonito. Bonita también se ve la descripción del alcalde Gonzalo Durán. El progresista, tiene un amplio currículum en medioambiente, sustentabilidad y sostenibilidad. Muy acorde a los tiempos. Acorde a los tiempos también la situación en que tiene, como sostenedor, al liceo experimental Gabriela Mistral: el abandono de la educación pública.
El colegio de profesores denunció las condiciones en que el liceo recibirá por estos días a los jóvenes. El liceo, que tiene certificación ambiental GAMA -vaya a saber uno qué es eso- no tiene las mínimas condiciones para recibir con “cierta dignidad” a sus alumnos.
Durán, el alcalde sostenedor, no está recién electo. Si fuese así se entendería la desidia. No, el alcalde está en el cargo desde 2012, y antes fue concejal. Muy probablemente el Ministro de Educación tampoco tiene idea de la situación. Desde su escritorio el “jefe de la cartera”, verá números, tirará líneas sobre la urgencia del retorno a clases.
Sabemos que no es por la educación, sino porque tiembla el negocio de los subvencionados. Pero a esos niños, no puede obligarlos a volver, porque en el negocio de la educación las familias tienen “el derecho a elegir”. Tal vez será por eso que los alcaldes se niegan al retorno a clases, tendrían que tener los liceos en buen estado. Y la plata de la subvención, qué se ha hecho con la plata de la subvención. De seguro allí habrá una caja negra, porque en mantención no se ha gastado.
“Los liceos se abren para luchar”, señalaron los jóvenes hace unas semanas. Si los quieren obligar a volver, será para luchar, que vuelvan. Porque para estudiar, tendrían que tener profesores que les enseñen, aulas que los cobijen, baños que los atiendan, patios en los que descansen y jueguen, comedores en los que coman comida.
Nuestros hijos e hijas, no tenemos dudas, volverán para luchar.