Ayer fue Boric en Santiago 1 cuando fue a hacer campaña con el dolor de los muchachos presos y el de sus familias. Hoy le tocó a Yasna Provoste cuando fue a hacer lo propio a una feria libre en Puente Alto. Salta indignada la clase política, de izquierda a derecha, al unísono, “que nos son maneras”, que “por sobre todo el diálogo”, que “ahora son ellos y después puede ser cualquiera”.
No señores, se acabó el tiempo en que podían circular tranquilos sin que el pueblo les enrostre el abandono al que ha sido sometido, la brutalidad policial, la impunidad, la burla de las autoridades con las necesidades mínimas de la población, la dilapidación y el robo de los recursos públicos, mientras en las casas de los trabajadores de Chile campea el pan con té, las ollas comunes y los presos políticos en las cárceles.
Cuando un político sufre una funa, desde la extrema derecha hasta la izquierda progresista, no es Pedro, Juan o Diego el que grita, es el pueblo entero el que les señala que se acabó el tiempo de circular por las calles sin que se enfrenten a una respuesta. Sin justicia, sin dignidad, sin trabajo, salud y educación no habrá tranquilidad para ninguno de ellos, en ninguna esquina, calle o plaza de este país.
De repente, es mejor que hagan sus campañas por zoom, nomás.