Como se lo ve en la foto, feliz y condecorado por el entonces presidente de la república, Álvaro Uribe. El valiente soldado asesinó a 104 personas, extrajudicialmente, reportándolos como guerrilleros. Cinco de ellos eran niños. Hoy el fiscal general de Colombia y luego de 15 años de impunidad, ha imputado al ex militar Mario Montoya por las masacres.
La decisión ha sido celebrada por organismos de derechos humanos en Colombia y afuera porque recién, casi 15 años después de ocurridos los hechos, las familias, el pueblo colombiano, ve comenzar a hacerse justicia en uno de los casos más macabros y crueles en su historia reciente.
De acuerdo a las investigaciones, el militar, Montoya quien fuera entre 2006 y 2008 comandante del Ejército Nacional, habría dado premios a sus subordinados por “bajas” -asesinatos- en las operaciones en las que actuaban. El estímulo del militar desobedeció -dice la justicia que lo ha imputado por los delitos- la Directiva 300-28 emitida por el Comandante General de las Fuerzas Militares el 20 de noviembre de 2007, en la que “priorizaba como resultado operacional la desmovilización, sobre las capturas o las muertes en combate.
El anuncio de la imputación la hizo hoy sábado el Fiscal General de Colombia, Francisco Barbosa. El abogado de las víctimas de los conocidos como “falsos positivos” ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEC), Sebastián Escobar y organismos de derechos humanos consideraron la decisión de la Fiscalía como “un avance hacia el acceso a la justicia y a la verdad de las familias de las víctimas de los falsos positivos en Colombia”.