De esta no se salvarán

Un asesino que disparó a matar contra Fabiola Campillai salió de la cárcel amparado por la resolución de la Corte de Apelaciones de San Miguel. No miden ni la justicia, ni la legalidad, ni la respuesta de un pueblo.

Fabiola Campillai, una mujer trabajadora que fue víctima de la represión del régimen, hoy se para ante los que la escuchan y demuestra su desolación y rabia contra todos los que juegan con su dolor y el dolor del pueblo. Ella nos representa, representa a los miles y millones de hombres y mujeres que día a día, llueva, nieve, con sol y en las condiciones más adversas, salen a ganarse el sustento para alimentar a sus hijos. Muestra la desolación, pues estamos solos contra el régimen político que está metido en sus manejos e intrigas, en quién será su candidato y cómo seguirá después. Otra vez, la rabia se está juntando en nosotros, otra vez dependemos sólo de nosotros. Pero somos millones.

No nos escuchan, no hay justicia. Día a día, la convención constituyente se parece más al Congreso. Y no es un elogio, sino la constatación de que, como instrumento para cambiar este régimen, no sirve. Tuvieron la oportunidad de dejar de lado a la derecha, negociaron con ella. Sépanlo, en nuestros barrios no existe la derecha. Se está juntando la rabia y esta vez, no se destruirá el metro, ni los supermercados. Esta vez, se acabará con el mal de raíz.

Nos llega el dolor de Fabiola, porque es la misma voz de la abuela que sobrevive mes a mes con su escasa jubilación. Nos duele, porque somos nosotros los que, silentes vamos en la madrugada a nuestros trabajos, en micros atestadas, mientras los políticos nos dicen que todo está bien. Nos afecta, porque nuestros hijos quedan solos en las casas y queremos un futuro mejor para ellos. Nos mueve y sentimos rabia. Como dijo Fabiola, hay que quemarlo todo, destruirlo todo, porque eso les duele a los ricos, sus bienes materiales. No les importa el sufrimiento de las personas.

El paco asesino que quiso matar a Fabiola, queda detenido en su casa, porque los que juzgan apoyan su actuar: el Estado apoya que se castigue con la ceguera a una trabajadora, que se mate a quien protesta, que se encarcele a los jóvenes. Cuando se quemaron las estaciones de metro en octubre, íbamos contentos en las micros a los trabajos, nos demoramos más, pero algo había cambiado, nos mirábamos y veíamos dignidad; no importaba nada, todo se podía reconstruir. No les quepa duda que lo que viene será igual. Ya no aceptamos que nos mancillen, se burlen de nosotros. Ya sabemos que son pocos y que tienen miedo. Los aplastaremos.

Hoy, cuando Fabiola habló con rabia, era yo el que hablaba, era mi madre, era mi hija, era mi pueblo el que decía basta.