Las elecciones fueron el 6 de junio. Más de un mes después y a pocos días de la fecha de asunción, el Jurado Nacional de Elecciones de Perú proclamó al profesor Pedro Castillo como ganador. El ahora oficialmente presidente electo asume debilitado tras la prolongada guerra de desgaste a la que le sometieron la ultraderecha fujimorista y el régimen.
El tribunal electoral proclamó a Castillo, luego de haber desechado en un tortuoso proceso más de 270 recursos dilatorios presentados por la perdedora de los comicios, Keiko Fujimori. Castillo obtuvo un 50,12%, frente a 49,87% para la hija del ex dictador. La diferencia es de poco más de 44 mil votos.
Durante las seis semanas que se extendió la campaña del fraude instigada por Fujimori, Castillo llamó en reiteradas ocasiones a sus partidarios a mantener la calma y esperar. En un mensaje emitido esta noche, el candidato de Perú Libre nuevamente se mostró conciliador y prometió “estabilidad económica y jurídica”, siguiendo las exigencias políticas del régimen.
Fujimori, en tanto, reconoció su derrota, pero amenazó que no se “va a rendir” y llamó a las “todas las fuerzas sociales y políticas” a “detener al comunismo”. Apuntó, especialmente, a la propuesta de Castillo de convocar a una asamblea constituyente.
El nuevo mandatario asumirá el 28 de julio. En los próximos días, dijo, anunciaría quienes conformarán su gabinete. Ya se especula con algunos nombres, ligados a sectores de la izquierda “moderada”, Nuevo Perú y Frente Amplio, como el economista Pedro Francke, el médico Hernando Cevallos o el ex canciller de Alejandro Toledo, Manuel Rodríguez Cuadros, para sus respectivas carteras especializadas. El cargo más importante a cubrir es, sin embargo, el del presidente del consejo de ministros o premier.
Castillo enfrenta la crisis económica y sanitaria, el derrumbe del régimen político, los casos de corrupción que afectan a las principales fuerzas políticas establecidas y las decididas demandas populares que lo llevaron a la victoria.
En las largas seis semanas de incertidumbre electoral e impugnaciones a su victoria, el presidente electo se concentró en dar garantías a los poderes dominantes que lo presionaron para que se desdijera del programa y de las promesas formuladas durante la campaña, en particular, la nacionalización de los recursos naturales.
Ahora, en sus primeras actuaciones, Castillo deberá decidir si podrá, también, garantizar el cumplimiento de las reivindicaciones del pueblo peruano.
En cualquier caso, asume ya sin la energía de la movilización que lo llevó al triunfo en junio, y ante un congreso adverso, que aprovechó el interregno para aprobar, con apenas discusión y escrutinio público, modificaciones legales que facilitan la destitución del jefe de Estado por mayoría parlamentaria.