En las primarias del régimen, triunfo de la derecha

Gabriel Boric y Sebastián Sichel superaron las previsiones y se ungieron en los ganadores de las dos alas de los partidos del régimen que compitieron en las primarias presidenciales. Los resultados representan una respuesta desesperada frente a la profundización de la crisis del conjunto del régimen.

Con el 96,36% de las mesas escrutadas y casi tres millones de votos emitidos, Sichel se impuso con 49% sobre el favorito, Joaquín Lavín, que obtuvo 31,4%. Gabriel Boric, en tanto, obtuvo 60,3% y desplazó a Daniel Jadue, con 39,7%.

La sorpresa se explica por un desplazamiento de los apoyos y de los votos en ambos bloques. Sichel, quien se presenta como un candidato centrista e independiente, fue lanzado a la carrera por su padrino político, Andrés Chadwick, con el apoyo de los principales financistas de la UDI y los cuantiosos aportes monetarios de los grandes grupos económicos. Los sectores más derechistas de Chile Vamos y el gobierno se agruparon en torno a su postulación, con el objetivo de castigar a Lavín y a Desbordes, a quienes veían como entreguistas y conciliadores. Desbordes fue desactivado con un golpe interno en su propio partido, que se volcó a apoyar a Sichel. Y Lavín se enfrentó, también, a parte de la maquinaria interna de la UDI.  

Jadue era considerado, al momento de la formalización del pacto “Apruebo Dignidad”, como el seguro ganador de la primaria. Pero, precisamente, ese acuerdo significó un apoyo vital a un Frente Amplio amenazado en su propia existencia por pugnas internas. Los nuevos socios del PC no sólo tomaron el salvavidas. Tras las elecciones a la convención constitucional y el derrumbe político del centro, tomaron el lugar de la antigua Concertación. Su base de apoyo se volcó en las primarias a votar por Boric.

La participación en las primarias es muy baja, cerca de un 20%. Pero contrario a las apariencias, representa una gran movilización electoral del régimen. Pero, al mismo tiempo, fija su límite.

Las elecciones primarias no son, como hemos dicho aquí, un mecanismo de ampliación de la democracia. Son, al contrario, una forma de disciplinar a las fuerzas centrífugas del propio régimen. Recordemos que fueron establecidas luego de que Marco Enríquez-Ominami amenazara e hiriera de muerte a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en 2009. Los partidos sacaron sus conclusiones de ese episodio.

En medio de los júbilos de los ganadores y las recriminaciones de los perdedores, las consecuencias de estos resultados son catastróficas para el régimen. En vez de abrirse a las demandas populares, aunque sea de un modo mínimo, se refuerza su tendencia continuista. Y continuar, en esta situación, significa seguir un impulso suicida.

Nosotros dijimos acá que el lunes, los ganadores celebrarían, y que el martes sería el momento de los otros interesados en la carrera presidencial. Podemos adelantar ese proceso a este mismo domingo.

Esta noche, en La Moneda o en su casa o donde sea que esté, Piñera está satisfecho. Se sacó de en medio a quienes, en la propia derecha, entendían que no podían seguir atados a su gobierno fracasado. En conjunto con Chadwick, Délano y compañía, en conjunto con los más reaccionarios de los reaccionarios, aplicó su castigo. El costo de quedarse con un reverendo chanta arribista como figura política y candidato no parece importarles nada. No es la presidencia lo que se juegan. Es su sistema.

Y esta noche, en Vallenar o en Santiago o donde sea que esté, Yasna Provoste debe estar triste. Le acaban de robar su postulación a la presidencia como abanderada de la Concertación. Pero la desazón no significa que vaya a declinar candidatura. No es la presidencia lo que se juega. Es la sobrevivencia de su partido: la Democracia Cristiana. No va a ser fácil: ya serían, si contamos Sichel y Boric, tres los presidenciables que, en el fondo, son DC.

Y en algún otro lugar, quien sabe dónde, algunos y algunas, estarán ni tristes ni contentos, sino ocupados. Porque estos resultados, indudablemente, abren el camino para una opción política independiente, que se reclame tributaria de las demandas populares, tal como ocurrió en la convención constitucional.

Quizás, ahora mismo, en el PC o el propio Jadue, piensen algo similar, pero en modo, ya sabemos, de “autocrítica”. Pero ya es muy tarde. Lo comprobarán cuando sus aliados les hagan sentir la humillación de la derrota en las negociaciones parlamentarias.

La democracia griega es descrita, frecuentemente, como la fuente de la civilización occidental. Eso muy decidor, porque los esclavos y los libres pobres, trabajadores -es decir, el pueblo- no participaban de las deliberaciones en el foro.

El triunfo general de la derecha, en sus distintas facetas, en estas primarias oligárquicas, sin embargo, es sólo la confirmación de la inescapable debilidad de los partidos del régimen.

Porque, desde el 18 de octubre, hay un pueblo que dice “¡no más esclavos, no más amos!” y que barrerá con toda la podredumbre retardataria.