El domingo se harán las primarias para que los partidos políticos elijan a sus representantes presidenciales. No es una votación popular, es sólo una apariencia democrática para lo que ellos ya tienen cocinado.
Las primarias son una especie de “pre-elección” de representantes cuando compiten bloques políticos. Es una costumbre muy asentada del bipartidismo yanqui. En Chile es una copia fiel del modelo de demócratas y republicanos. Cuando se crearon, los partidos políticos vaticinaron que los votantes escogerían entre dos grandes agrupaciones: una conservadora (UDI y RN) y otra liberal (DC, PS, PPD, PR, PC, FA). Pero no contaron con que sucedería lo del 18 de octubre. Tampoco tomaron nota de que sus propias coaliciones se derrumbaban y que la población mostraba un claro rechazo a los partidos del régimen, a través de la abstención.
En estas votaciones arregladas de la clase política, siempre gana el que tiene más dinero, eso es lo que inclina la balanza al final. El personaje en que inviertan más, saldrá más en la TV, en las radios, en los diarios, en redes sociales con los bots y tendrá gente haciéndole campaña en terreno. Juegan un rol especial los empresarios, que querrán preservar sus bienes, y si los ven amenazados se inclinarán por los más moderados, que defiendan su causa: la libertad, la propiedad privada y la “democracia”. Es decir, la que pone en última instancia quién es el elegido, será la oligarquía.
Este domingo los militantes de los partidos integrantes de “Apruebo Dignidad” y de “Chile Vamos”, elegirán a sus representantes a candidatos a la presidencia: Daniel Jadue, Gabriel Boric, Joaquín Lavín, Mario Desbordes, Ignacio Briones y Sebastián Sichel. El gobierno plantea que con las medidas de su plan paso a paso se incrementará el número de votantes. Aun con el entusiasmo gubernamental, las cifras históricas indican que los votantes serán pocos. En el 2013 votó el 22% y en el 2017, el 14%.
Los partidos van cayéndose a pedazos, pero siguen haciendo lo que conocen y siempre han hecho, como si todo fuera normal. Eligen a sus candidatos y quieren que votemos por ellos, pues no hay más, sólo los que ponen ellos.
No se dan cuenta que la realidad cambió.