Desde la primera línea: Junta de Vecinos Lenka Franulic

En la población Luis Cruz Martínez en Antofagasta se sostiene la olla común Lenka Franulic. Ya llevan más de un año. Y van por más. Están listos para cualquier batalla.

El aluvión del año 91 es la antesala de la población Luis Cruz Martínez en la zona norte de Antofagasta. Hasta acá llegaron las familias despojadas de todo. «El año 92«- recuerda Esperanza- «entregaron las primeras casas«.

En la casa de la secretaria de la Junta de Vecinos, se juntan, sábados, domingos y festivos a parar la olla común «Lenka Franulic». Les gusta el nombre, nombre de mujer, de la primera mujer periodista en Chile. Funcionan en la casa de Rosana, porque aún no tienen sede. «Ya tenemos el terreno, desde el año pasado«-cuentan. La pandemia dejó eso en suspenso.

Las tres mujeres son del barrio. Desde sus inicios. Acá han formado a sus hijos que han crecido juntos. Dos de ellas, Gladys y Rosana se conocen desde jóvenes, y luego se encontraron en el hospital, son trabajadoras de la primera línea contra el Covid-19. Trabajadoras de la salud de toda una vida. Pero hay más aún, son de la primera línea de apoyo a los combativos cabros y cabras de la Bonilla, que queda a una pocas cuadras de la población. «Nosotras estuvimos ahí, todo el tiempo, desde el primer día de batalla, curando a los chicos, cerrando heridas, sacando perdigones.» Se siente el orgullo cuando dicen eso. El pequeño espacio de la cocina hierve como la olla con las lentejas que burbujea entre nosotros.

Posterior al levantamiento, y con el arribo de la pandemia, supieron que había más por hacer. Siempre hay tanto por hacer. Así que intentaron conseguirse una sede prestada para echar a andar una olla común. «En la población mucha gente quedó sin trabajo, y aún hoy siguen sin encontrar algo fijo»- aporta Esperanza. Pero les fue mal, tanto en la población vecina como en la capilla cercana. No le facilitaron el espacio. Así que, ni modo. La olla común se instaló en la casa de Rosana.

Rosana es una de esas mujeres valiosas con las que cuenta nuestro pueblo. Viene de la Toma de la 18 de septiembre. De ahí pasó un tiempo a la población René Schneider, y finalmente tuvo su casa, luego de pelearla, acá en la población. Es dirigente vecinal, dirigente fundadora de NO + AFP en la ciudad, candidata a constituyente, de esas que el pueblo pidió en una encuesta virtual. Esperanza dice- «Ella tenía que estar allí, es como nosotros, sabe lo que necesitamos, sabe lo que queremos«. Rosana se sumó a la «Lista del Pueblo», sacó 3266 votos. No fue electa, pero está satisfecha. Contribuyó con votos a la lista. Como los demás, están vigilantes de lo que ocurre en la Convención. Saben que el enemigo de los cambios pone obstáculos, que no quiere, que no cederá. ¿Qué pasará entonces?- preguntamos. Responden: «El pueblo no los dejará. No se los permitiremos.» Y saben lo que significa decir eso.

Junto a las mujeres, está Alfonso. No es de la población. Pero llegó esperando ser un aporte. Es electricista certificado. Gracias a sus gestiones y contactos consiguieron fondos para comprar un fogón. Imprescindible para llevar adelante el proyecto. Alfonso también coincide en que a la convención se la pondrán difícil. Pero hoy día el pueblo no está para cuentos. «Acá la gente ya no les compra, ni a los medios de comunicación, ni al poder judicial, ni a los poderosos.«

Actualmente la olla saca de 168 a 200 platos de comida. Funcionan desde el 15 de abril del 2020. La mercadería llega con esfuerzo por muchos caminos. La Olla Común Lenka Franulic pertenece a una Agrupación de Ollas comunes. Ahora son 17 las ollas en funcionamiento asociadas, pero llegaron a ser 80. También reciben aporte de la Cooperativa La Cacerola. Y de algunos sindicatos. Se las ingenian. Pocos recursos, mucha iniciativa. Ellos mismos, en los inicios de la olla, fueron los primeros en ponerse con lucas para parar domingo a domingo el almuerzo con el que contaban algunos vecinos y vecinas. «Tenemos gente en situación de calle que cuenta con ello«- relata Esperanza.

Mientras Alfonso revuelve con energía el fondo, se habla de todo un poco. De los inicios de NO +AFP, de las primeras marchas, de las batallas contra los pacos en plena revuelta. Cómplices cuentan que ellas mismas pararon una barricada. «Ahí estábamos, puras viejas«- exclaman y se echan a reír. Cuentan que la presidenta de la Junta de vecinos, de 70 primaveras, las había llamado, indignada, porque no le habían avisado a tiempo para sumarse.

La junta de vecinos no sólo saca adelante la olla dominical. Gracias a las gestiones de Rosana, han levantado una Red de atención médica, que ha traído cardiólogos, kinesiólogos, y psicólogos a la población. Además han hecho talleres de electricidad, de apoyo jurídico, etc.

Respecto del famoso plan «Paso a Paso» también tienen opinión. Esperanza abre fuegos: «A mí no me gusta nada. Este señor está escondido y no da la cara. Ahora que hay un nuevo virus quiere sacarnos a la calle» Y respecto de la vuelta presencial a clases agrega, refiriéndose al ministro: «Viejo tonto, cómo se le ocurre que vamos a mandar a los niños a clases. Dice que serán los padres y madres los que decidan. ¡Claro!, para él lavarse las manitos«.

Tal parece que en la población Luis Cruz Martínez, los vendedores de pescá no podrán hacer ya más de las suyas. Por que como aparece bordado en los delantales rojos que los cubren, han entendido que «sólo el pueblo ayuda al pueblo«.