Una serie de protestas en diversos puntos de Cuba atizó una campaña internacional que pretende mostrar manifestaciones como un “estallido social”. Hay motivos para descontento: la situación económica se ha deteriorado con la pandemia y con la agudización de las medidas de bloqueo. Pero los intentos de encauzarlo hacia una contrarrevolución, ahora vestida con tintes “ciudadanos” o “sociales”, enfrentará a un pueblo consciente y unido.
Las protestas se iniciaron en las localidades de San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa, y Palma Soriano, en Santiago de Cuba. Centenares de personas se agruparon en las plazas y gritaron consignas como “¡Libertad!” y “Abajo Canel”, en referencia al presidente cubano. En la medida en que se difundían las manifestaciones en redes sociales, otros grupos se reunieron en el malecón de la capital, La Habana.
En la medida en que se extendían las protestas en otros puntos del país, los choques de los manifestantes con cubanos partidarios de la revolución se hacían más frecuentes. En diversas ciudades, la población se reunió para tomarse las calles bajo gritos de “¡no pasarán!”, “¡la calle es de Fidel!” y “¡fuera mercenarios!”
El presidente Miguel Díaz-Canel se trasladó inmediatamente a San Antonio de los Baños. Allí llamó a defender la revolución y no cederle la calle a los contrarrevolucionarios. Ya en la tarde el domingo, las protestas habían sido reemplazadas por marchas y concentraciones convocadas por las organizaciones populares, bajo la consigna de “la calle es de los revolucionarios, no de los mercenarios”.
Las localidades que conforman el epicentro de las protestas han sido especialmente golpeadas por los efectos de la tormenta tropical Elsa en los últimas días. Los estragos naturales se suman a una agudización de la crisis de desabastecimiento que, el viernes y el sábado, causó grandes aglomeraciones frente a los comercios.
Díaz-Canel reconoció que la situación económica se ha agravado, en la medida en que las medidas de aumento del bloqueo, impuestas por el entonces presidente Trump en el final de su mandato, han reducido las remesas de familiares residentes en Estados Unidos. La pandemia, que ha recrudecido en las últimas dos semanas, también ha golpeado al sector turístico, la principal fuente de ingresos de divisas del país.
El gobierno señaló que las protestas son parte de una estrategia de provocación digitada desde Estados Unidos, que ha estado en desarrollo desde el año pasado. Al empeoramiento de las condiciones sociales y económicas, le seguiría una campaña de desestabilización interna y llamado por una “intervención humanitaria” externa, explicaron las autoridades.
Las imáganes de las protestas, repetidas una y otra vez, han sido destacadas en los medios y en las redes sociales y han activado una campaña internacional que busca presentar la crisis como un “estallido social” o como el inicio de una rebelión popular en contra de la revolución.
No pueden, sin embargo, mostrar registros de ejecuciones extrajudiciales, apaleos, mutilaciones, torturas, bombas lacrimógenas o represión. Los manifestantes han podido desplazarse sin ser atacados. En los casos en que ha habido choques con la policía, esta ha actuado sin escudos, cascos o palos, y frecuentemente, en franca inferioridad numérica.
Si Cuba es una dictadura, se defiende de un modo infinitamente más cuidadoso con los derechos de los ciudadanos que las democracias. Y si Cuba es una dictadura, es una dictadura de la mayoría del pueblo que se enfrenta a las provocaciones, aun en las peores circunstancias.