La Convención Constitucional ya cumple algunos días de funcionamiento y se van clarificando las posiciones políticas de los convencionales, sobre todo de los que están bajo el alero de la ex Concertación.
Son pocos días y hartas horas, de ires y venires, de la convención constitucional. Hay confusión en muchos planos, pero lo que ha quedado en evidencia, y que en las semanas siguientes será más claro, es el posicionamiento de las fuerzas partidarias y sus satélites independientes frente a las diversas demandas del pueblo y la visión en defensa del orden establecido.
La derecha ya se afincó en su trinchera, no tanto como una opción política, sino como una opción psicológica, pues se sienten vulnerables, sobrepasados e indefensos frente a los “rotos”. Pero no lo pueden decir en público, pues se le tirarían encima. Entonces, con un lenguaje pusilánime se expresan: “yo sentí que no tenía nada que hacer en la convención”, “el soberano ridículo”, “será una constitución de unos pocos”. Nadie los puede ayudar allí adentro, quieren recurrir a sus aliados de siempre, el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema, el Gobierno, pero nadie los ayuda.
Falta que los que van por partidos muestren su verdadera cara. Algunos ya la han empezado a mostrar como Harboe, que se inclina por la derecha, pero le da lo mismo, está acostumbrado a ser “caradura”. Otros independientes, también están tratando de mostrarse, como Rodrigo Logan, que fue como candidato a concejal en el 2016 por Renovación Nacional, después se juntó con los “Felices y Forrados”, y que ahora muy suelto de cuerpo reclama “no estoy pintado”. Y otros más que van en camino, como Patricio Fernández Chadwick, fundador The Clinic, y familiar de Piñera por su madre, que tuvo un cupo de independiente por el Partido Liberal, integrando la Lista del Apruebo. Otro similar es Agustín Squella, con las mismas inclinaciones.
Lo interesante es ver cómo algunos cambiarán de bando, de acuerdo a la música que le pongan.