Caen los símbolos, se alzan los pueblos

Manifestantes derribaron las estatuas de las reinas Isabel II y Victoria en Canadá tras el hallazgo de más de 1.000 cadáveres de niños indígenas

Decía Eric Hobsbawm que «En época de revolución, nada tiene más fuerza que la caída de los símbolos». El historiador se refería a la Toma de la Bastilla, prisión del Estado que simbolizaba la autoridad real.

En Chile, a partir del 18/10 cayeron decenas de «símbolos». Así lo atestiguan las estatuas de Manuel Baquedano en Plaza Dignidad, la de Cristóbal Colón en Arica, la de Francisco de Aguirre en La Serena, la de Pedro de Valdivia en Temuco, la de José Menéndez en Punta Arenas. ¿Qué tienen en común todos ellos? Representan al poder instituido. Son los rostros del colonialismo, del despojo, de la masacre en contra de los pueblos.

En Colombia, la orientación ha sido la misma. Varias estatuas en Cali, Pasto, Popayán y Manizales, como el de Sebastián Belalcazar, o el de Gonzalo Jiménez de Quesada en el marco del paro nacional han caído en tierra. Ellos representan al poder colonial. Sin embargo, la de Policarpa Salavarrieta, conocida como «Pola Salavarrieta», heroína de la independencia ha sido respetada y se le han puestos faldas y flores.

Ahora, el relato viene de mucho más al norte. Canadá conmemora el 1ro de julio como día nacional. Pero las festividades, este año, se vieron oscurecidas tras el descubrimiento en las últimas semanas de más de 1.000 cadáveres de niños indígenas sin identificar en terrenos de antiguos internados gubernamentales. Eso motivó que decenas de manifestantes entre ellos descendientes de quienes habitaban los territorios antes de la colonización, destruyeran una serie de monumentos representativos del poder colonial.

Un crimen contra la infancia

La historia es siniestra. Miles de niños indígenas fueron enviados a escuelas residenciales a cargo de la Iglesia Católica. Allí, según se ha documentado, sufrieron todo tipo de abusos físicos, emocionales y sexuales como parte de un sistema de “reeducación” para eliminar la cultura indígena. Se los separaba de sus familias y se los internaba, como parte de un programa para asimilarlos a la sociedad canadiense.

La semana pasada, un grupo indígena de la provincia occidental de Saskatchewan, los cowessess, denunció haber encontrado 751 tumbas sin identificar en escuela residencial Marievel, un internado situado a unos 2.500 kilómetros al noroeste de Toronto y que operó entre 1899 y 1996.

Antes de este descubrimiento, en mayo, los tk’emlúps te secwépemc, un grupo indígena del oeste de Canadá, revelaron el hallazgo de los restos de al menos 215 niños indígenas enterrados en la antigua residencia escolar de Kamloops,

Como el internado de Kamloops, Marievel estuvo gestionado por los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, una orden católica.

Junto a las estatuas, también han ardido al menos cinco iglesias católicas, todas en territorios indígenas.

Cuando un sistema entra en crisis. Todo lo que este representa entra en crisis con él. Lo que está establecido es puesto en entredicho. Costumbres, mitos y construcciones ideológicas. Y en el tránsito de un mundo a otro caen los símbolos.