Un cambio de nombre

Es frecuente ver en el sector empresarial que una institución cambia de nombre, pero todo lo demás queda constante, es decir nada cambió. El cambio fue de fachada. Ahora las raleadas fuerzas de derecha se encaminan a un cambio de nombre, con el que pretenden engañar a los votantes.

Hay algunos gestos inequívocos del desastre político en que está sumida la derecha chilena, y que develan su falta de rumbo. La incapacidad de acceder políticamente a sectores con que tenían alianzas duraderas, la persistencia en seguir con una propaganda acrónica, la carencia de líderes morales, la falta liderazgo político y la creencia que todo lo que sucede es momentáneo.

El cambio de nombre viene a reafirmar que están mal, pues quieren aparecer como que cambiaron modificando la fachada del “boliche”. Pero adentro, están los mismos que estaban antes. Los dichos populares hacen alusión a esto: “aunque la mona se vista de seda, mona queda”. El arreglo que quieren hacer es propio de un “maestro chasquilla”. Pasarán de “Chile Vamos” a “Chile Mejor”. Esto es lo mismo que se ve con la reforma de Carabineros o pacos, donde han cambiado los vehículos pintándolos de blanco, y pretenden que la gente los vea distintos. En cambio, se ve a los mismos brutos dirigiendo a otros iguales y sin que se observe cambios reales, y no de “pintura”.

El cambio de nombres, de logotipos, de voceros, de lugares, de estilo, son solo engaños políticos para que vean que han cambiado, cuando no es así.

Ya no creemos en ellos, ni en otros parecidos. En lo único que creemos es en la voluntad de nuestro pueblo.