Una nueva ofensiva contra el pueblo colombiano que lucha. Hoy la alcaldesa de Bogotá Claudia López ordenó se despeje el Portal Resistencia en Bogotá. En Cali, también hoy, la policía desmanteló Puerto Dignidad, uno de los bastiones más firmes en la resistencia durante estos casi dos meses de levantamiento popular. Pero ¿se puede desmantelar la dignidad de un pueblo cuando lucha? Una y otra vez, volverán y vencerán.
El régimen Colombiano continúa la ofensiva para acabar con el levantamiento popular colombiano, iniciado – como el nuestro- a fines de 2019 y suspendido por la pandemia a inicios de 2020. En Colombia regresó la decisión de levantarse a fines de abril.
Hoy las policías desmantelaron el bastión de Cali, Puerto Dignidad, uno de los más férreos durante estos dos meses de movilizaciones. Los jóvenes son los protagonistas, con un pueblo que cuida sus espaldas y que da la cara para exigir el cese de la violencia policial narco paramilitar.
“Seguimos velando por la tranquilidad de ciudadanos y operando contra criminales que afectan a los colombianos”, indicó el Ministro del Defensa, Diego Molano, sobre el operativo en Cali, Valle del Cauca.
No ha sido tan rápido el ministro para referirse a los jóvenes asesinados, desparecidos, degollados y lanzados al Rio Cauca, en estos últimos días.
En Bogotá, hoy su alcaldesa, Claudia López, ordenó a las policías el despeje del Portal Resistencia (antes, Portal de las Américas) y del Portal Suba. Dos puntos que congregaban lo más duro de la resistencia capitalina. También el pueblo y sus jóvenes organizados con Primera Línea, cuerpos de socorro y colaboración popular de todo tipo, lo habían constituido en su bastión.
No obstante, cuando así lo requiere, el régimen no precisa de excusas para acabar con el pueblo, ni con sus símbolos. Sin embargo, una ayudadita ante la opinión pública no está de más. Ayer en la zona, murió un joven trabajador, Cristian Camilo Vélez (29) quien se dirigía a su casa luego del trabajo. Su moto tropezó con un cable tensado.
La Primera Línea del Portal mediante un comunicado señaló que no fueron ellos quienes colocaron el cable. Su voz no se escucha, ni se escuchará, lo sabemos. Sí, la de las autoridades, que de paso han ofrecido una cuantiosa recompensa para dar con vándalos autores del “brutal crimen”.
También se escucha el griterío fascista pidiendo terminar con los movilizados y restablecer el orden, pero ¿puede desmantelarse la dignidad de un pueblo que se ha levantado a luchar de pie, luego que ha dado esa otra lucha, la de la supervivencia, año tras año, día tras día, hora tras hora…?