La mentira tiene patas cortas

Revuelo causó la llegada de la variante india o Delta a Chile, pues el ministro de salud y su comparsa mienten, cuando dicen que la situación está controlada.

Los hechos, según el muy pequeño ministerio de Salud, son los siguientes. Una mujer viajó desde Estados Unidos a Santiago el 4 de junio. Como venía con un permiso “humanitario excepcional”, habría hecho la cuarentena en un hotel de tránsito por un solo día y se fue a su domicilio en San Javier, para continuar su cuarentena allí. El día 12 de junio, salió positivo el PCR. No habría asistido al funeral y se había mantenido en su casa, sin salir.

Los hechos, según el alcalde de San Javier, Jorge Silva, son que “no fue testeada en el aeropuerto, participó de un funeral y sólo se le realizó un examen PCR tras llevar 7 días en el país”. Además, no sólo había asistido al velatorio de su padre, que era en la misma casa, y al funeral, el día 4 de junio, sino que fue a un restaurante, una verdulería, una panadería y su hermana también está con Covid.

Las autoridades de salud y el gobierno, frente a un caso que muestra la descoordinación, la falta de controles de los protocolos, la falta de trazabilidad de los infectados, sólo saben huir mintiendo. Dicen que las fronteras están cerradas, y tienen funcionando los aeropuertos, el lugar por el cual en todo el mundo se ha expandido el Covid. Dicen que necesitan el estado de excepción para poder cerrar las comunas, pero basta con un mandato sanitario para hacerlo.

Es una seguidilla de mentiras, que sólo ellos creen. El ministro de Salud visita lugares y le piden hasta autógrafos, dice. Sufren de alucinaciones. Piñera dice que el pueblo lo aprecia, porque va a dar discursos ante un público cautivo que lo aplaude. Claro: sus últimas presentaciones las ha hecho en recintos de pacos y militares.

Nos siguen mintiendo todos los días, sobre la economía, la salud, la política, la educación. Es casi compulsiva sus ansias de mentir.

Lo impactante de todo esto es que la mentira refleja la inmoralidad de la clase a la que esta gente representa. Parece que las familias, las escuelas a las que asisten, las universidades en que estudiaron, sus partidos políticos, y todos sus gremios, son parte de la inmoralidad en que viven. Lo inmoral es optar por lo malo sabiendo que deben hacer lo bueno. Lo hacen porque siempre persiguen el dinero. Por esa razón, cuando buscan lograr un fin, no les importa si mienten, matan, denostan a otros. Basta que ellos estén bien. Cada día vemos claramente la corrupción en los políticos, los robos descarados de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, los Carabineros y policías, las colusiones de las empresas en desmedro de los clientes, la defensa corporativa mediante pactos de los políticos, la represión sin límites contra el pueblo, etc.

Cuando era pequeño me enseñaron que no tenía que mentir, es la lección que la clase trabajadora da a sus hijos, porque “la mentira tiene patas cortas, puede escapar, pero se la pilla al tiro”.