Un aumento de los tributos a las grandes fortunas, un sistema progresivo de impuestos, enfrentar la desigualdad: esas son hoy las consignas del FMI para América Latina. No se volvieron buenos. Sólo algo más realistas. Saben que el plan de ajuste que prescriben para los próximos años será enfrentado por poderosos movimientos populares en todos los países del continente.
En una entrevista al diario británico Financial Times, el encargado del FMI para América Latina, Alejandro Werner, abogó por reformas tributarias para enfrentar la desigualdad en la región. Werner, que también fue subsecretario de Hacienda de México, durante el gobierno del derechista Felipe Calderón, indicó que “se necesita un sistema tributario progresivo en que los segmentos más altos de la población paguen mucho más y un sistema económico, en que la competencia económica sea mucho más fuerte que ahora”.
El director del Fondo Monetario Internacional para el hemisferio occidental agregó que “Latinoamérica no puede ser la región más desigual del mundo y dar un salto a la siguiente etapa de desarrollo económico”.
Werner apuntó concretamente a lo que llamó “impuestos a la propiedad subutilizados”. Algo que coincide con el impuesto a los súperricos que se plantea acá en Chile. Previamente, recuerda el Financial Times, el FMI había urgido imponer tributos transitorios a quienes se habían beneficiado durante -o mejor- de la pandemia.
El aparente cambio de discurso se debe a dos cosas. La primera: cuando terminen los planes de estímulo y Estados Unidos pare un poco la mano con la maquinita de imprimir dólares, el capital quiere imponer, especialmente en la región, un período de ajuste. Deben quebrar las grandes empresas poco rentables que han pasado “coladas” gracias a los créditos fiscales. Los Estados deberán cortar su gasto y reducir su déficit. Para lo segundo, se necesita más plata que entra vía impuestos.
El FMI dice que, en eso último, los capitalistas también tienen que ponerse. Werner puso como ejemplo Colombia. El gobierno de Iván Duque pretendió, en el peor momento de la pandemia, imponer exactamente el plan de ajuste pregonado por el capital y el FMI, lo que, en su idioma, se llama “reformas”. Al final, Duque terminó sin su “reforma” tributaria y con un levantamiento popular que sigue hasta hoy, sin signos de detenerse.
“El ambiente político”, explicó Werner, “es muy duro para la implementación de reformas. Por eso los países deberán ser muy cuidadosos en su diseño, en involucrarse con la población general y, eventualmente, en generar un consenso, porque estas reformas son necesarias.” Y concluyó: “de lo contrario, veremos una significativa inestabilidad.”
Están asustados. Y eso que no han visto nada aún.