Durante la dictadura, las personas que veían los noticieros de televisión sabían que la información que transmitían no era cierta, incluso uno de los noticieros era conocido como “60 mentiras”. Hoy los medios de comunicación entregan información política antojadiza y sesgada, muchas veces sin ningún escrúpulo, como ha ocurrido en los últimos 50 años. Las excepciones son escasas.
Chile durante la dictadura vivió un aislamiento político, cultural y social. Los canales de televisión transmitían noticias sino derechamente falsas, al menos falaces y sesgadas, eran portavoces del sistema económico y político. Se prohibían la música, los libros y cualquier cosa que atentara contra lo establecido, o lo pusiera en entredicho.
Al igual que hoy, las manifestaciones eran atentados contra el orden, se trataba a todos los detenidos de delincuentes, los jueces trataban de imponer las condenas más altas a los manifestantes, se justificaba metódicamente la represión, pero todo eso era lo que decían los medios de comunicación.
La realidad era distinta, todos sabían quienes mataban a la gente. En las poblaciones los jóvenes que eran parte de organizaciones paramilitares eran protegidos, la información verdadera era trasmitida por diferentes formas a la población, se escuchaba la música prohibida, etc.
Se evidenciaban claramente dos mundos en disputa, uno representaba al poder que declinaba y el otro a la realidad que se imponía sobre la mentira.
En la actualidad, también se aprecia esta dualidad en las informaciones. Por un lado, los medios de comunicación exacerban los intereses y valores de la oligarquía, como si fueran indiscutibles, se alaban los éxitos de las empresas y el aporte que hacen, la capacidad de los políticos tradicionales, la firmeza de la represión, los logros económicos, la importancia de la “democracia” en su versión formal, se eleva a sus candidatos y minimiza lo que no es apropiado a sus intereses. Por el otro lado, se multiplican los medios a través de las redes sociales tratando de contar la verdad, se reconocen a los líderes populares, se crean redes de ayuda para las personas que sufren problemas económicos, y coordinaciones territoriales de autogestión, abastecimiento, y solidaridad, se lucha por construir una verdadera democracia, se devela la explotación y la usura de la clase burguesa, se confronta al opresor y se lucha por alcanzar lo que todo el pueblo anhela y quiere.
Los medios de comunicación de todo tipo, que sirven al sistema, ya no son ni la sombra de lo que eran en los instantes que monopolizaban las noticias. Su decadencia en todo el mundo, no se debe a las redes sociales, sino a la defensa férrea al sistema capitalista que necesita mentir para permanecer en el poder. Nadie quiere ver, escuchar o leer algo falso o dudoso, y que, contrastándolo con otros medios, queda en evidencia la manipulación y la mentira.
La mayoría de los medios de comunicación chilenos, tomaron partido por la clase dominante e indefectiblemente tendrán que perecer con ella.