La Asamblea de Mujeres Revolucionarias María Galindo Ramírez e integrantes del cordón territorial rebelde y revolucionario de Concepción, cuyo accionar está centrado en la lucha por la libertad de los presos políticos, No más Sename y el feminismo popular, entregan su opinión sobre la reciente elección del 19% y el intento de reintroducir el voto obligatorio.
Lo más interesante de la reciente segunda vuelta para elegir gobernadores regionales, es que la clase política se disputa la misma -y pequeña- porción del electorado. Los distintos partidos se sienten ganadores en la medida que acceden a cuotas de poder que ceden sus competidores. Pero los cambios que prometen durante las campañas son más bien teóricos. Sólo significan lenguajes distintos. De esa forma, generan una diversidad ilusoria, porque sólo administran un poder que las luchas sociales de los pobladores hacemos tambalear.
No tienen hacia donde crecer, ya que desprecian a la mayoría de trabajadoras y trabajadores y de jóvenes y pobladores que se abstienen. Les atribuyen ignorancia, falta de educación. Ahora, incluso, tienen un acuerdo transversal para obligarnos a validarlos en las urnas, pese a su trayectoria repudiada por el pueblo. Podrán robarnos aún más la libertad y acentuar sus prácticas autoritarias, pero con su ley de voto obligatorio no tendrán más que una raya al lado de sus nombres. El poder real radica en un pueblo que, aunque no participe de sus procesos, logra desestabilizarlos y desesperarlos como régimen. Si los sectores acomodados no votaran, esa abstención sería fruto de innumerables estudios e interpretaciones. Y, sobre todo, se buscaría convencerlos accediendo a sus demandas. Pero como esta dignidad viene del pueblo e, incluso, de sus sectores organizados, es más fácil calificar la abstención como el efecto de la flojera y la ignorancia.
El mundo popular tiene un horizonte de crecimiento y de demostración de su fuerza que no se agota en los procesos inventados desesperadamente por la política de estos 30 años. El poder jamás será entregado al pueblo en una banda presidencial. El sueño de Allende hoy lo manejan el PS y PPD, que son capaces de pactar con los asesinos de su líder. El sueño popular está por ser construido. Tenemos la certeza de que el estallido no va a tener como consecuencia que los enemigos del pueblo hagan sus cambios. Al contrario, nos impulsa a hacer nuestra historia, oponiendo la vocación de poder popular al poder oligárquico de las coaliciones gobernantes y a los “nuevos rostros de la política”, que juegan con los lenguajes inclusivos, los pañuelos verdes y que podrán capturar el electorado universitario, pero no logran calar en las poblaciones y en nuestra vida cotidiana.
SOMOS EL ÚNICO PODER REAL DIGNO Y DEL PRESENTE