Mujeres y hombres comunes

Entre los días 15 y 16 de junio de 1987, los agentes de la dictadura torturan y asesinan a 12 miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Al matarlos, esperaban que el pueblo dejara de resistir.

19 de junio de 2021

Los jerarcas de la dictadura militar sabían que vivían sus últimos años. Nada tenían que ver la presión de los partidos políticos y de potencias extranjeras que estaban negociando su salida protegida. Ellos sabían que su tiempo había terminado, porque el pueblo los acosaba en todas partes, les demostraba el odio y el menosprecio que les tenía. Ya no había miedo.

Había acontecido el Puntarenazo, donde la comunidad de Punta Arenas le enrostró al dictador su cobardía. Habían acaecido las protestas nacionales, como uno de los más grandes movimientos populares en décadas. Había ocurrido Neltume, con su atisbo de dignidad. En las poblaciones cientos de jóvenes se habían levantado para proteger a su pueblo e, incluso, habían atentado contra el dictador, que se salvó por poco.

No bastaba sólo con marchar, con hacer barricadas, con enfrentarse al enemigo a pecho descubierto. La dictadura reprimía, encarcelaba, torturaba y mataba, sin que nadie pudiera evitarlo. Y es entonces, en 1983, cuando jóvenes deciden que no van a dejar que aplasten al pueblo y se suman a grupos militares para enfrentarse a la dictadura. Uno de estas organizaciones fue el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

En 1987, la CNI, la Central Nacional de Inteligencia, un organismo paramilitar que operaba con milicos, pacos, ratis, aviadores, marinos y civiles, bajo la tutela del Estado, trata de dar un golpe mortal al Frente Patriótico. En dos días intenta capturar a todos los miembros del Frente que tenían ubicados, a otros simplemente los matarán cuando enfrentan complicaciones; pero a todos los ametrallarán y les darán un tiro de gracia en la cabeza. Esto se conocerá como la Operación Albania o la matanza de Corpus Christi.

Hoy levantamos la lucha legada de los que cayeron, su voluntad, su dignidad y su ejemplo.

Fueron 12 los que murieron. El “Comandante Ernesto”, José Joaquín Valenzuela, que había comandado el atentado contra Pinochet. El “Comandante Benito”, Recaredo Valenzuela. Patricio Acosta, carpintero. Juan Waldemar Henríquez, ingeniero. Wilson Henríquez, obrero. “Guido”, Julio Guerra, electricista de Forestal Alto. Esther Cabrera, cesante. Ricardo Rivera, chofer. Ricardo Silva, estudiante. Manuel Valencia, electromecánico. Elizabeth Escobar, empleada. Patricia Quiroz, estudiante.

Eran hombres y mujeres comunes y corrientes, pero se destacaban de otros porque habían asumido la tarea de combatir a la dictadura, incluso dando la vida, si era preciso.

Gracias a todos los que lucharon en los tiempos más lúgubres se pudo derrotar la tiranía. Su lucha ha servido de ejemplo para las generaciones posteriores, que recuerdan que, entre la ignominia, la inmoralidad, las negociaciones y la traición, había hombres y mujeres dignos que lucharon por el pueblo, y ofrendaron su vida para que algún día los hombres y mujeres comunes de nuestra patria puedan dirigir su destino.