Plan del Colegio Médico: muy poco, muy tarde

El gobierno ya no tiene respuestas frente a la expansión de la pandemia. Sus decisiones carecen de autoridad. El sistema de salud está sobrepasado. Ahora, el Colegio Médico ha presentado una propuesta para cambiar de estrategia. Muchas medidas son sensatas. Pero llegan un año tarde.

“Vivos nos necesitamos” se llama el plan del Colegio Médico. La organización gremial sostiene que la estrategia usada hasta ahora en Chile ha fracasado. Propone un nuevo enfoque: covid cero, es decir, la eliminación activa de la circulación del virus. Eso podría permitir la reanudación de las actividades normales, dentro de ciertos límites.

Es lo que han hecho países como Vietnam, China, Australia, Nueva Zelandia. Éstos aplicaron medidas muy rápidas y estrictas al inicio de la pandemia. Y, desde entonces, han estado en permanente alerta ante la aparición de cada caso individual. De ese modo, se evitan los contagios, las enfermedades, y las muertes.

¿Cuáles son las otras estrategias? Con variaciones, muchos países industrializados, especialmente en Europa, estimaron que sólo se debía limitar la cantidad de contagiados en un momento dado. Es lo que llamaron “aplanar la curva”. Una curva que, eventualmente, se disparó igual. Eso obligó a todos a decretar las mismas cuarentenas, pero más largas y costosas, que se quisieron evitar desde un inicio, por razones económicas.

El Colegio Médico prefiere no decir cuál es la “estrategia” usada en Chile. Si lo hiciera, podría concluir que, si de comparaciones se trata, se copió mucho de dos países que están entre los que más han sufrido con pandemia, Estados Unidos y Gran Bretaña, y eso que son naciones altamente industrializadas.

El plan de la organización gremial quiere ahora corregir el desastre. Y plantea cuestiones elementales: las medidas restrictivas no pueden aplicarse por comunas, sino por provincia y región. Redefine de un modo más lógico, y restrictivo, las medidas del plan paso a paso. Y establece una “fase 0”: lo que llaman un “cortocircuito epidémico”. Se trata, en el fondo, de una cuarentena de verdad, por un máximo de tres semanas. Sin permisos, y con una limitación real de la actividad productiva y comercial. Agregan que, para que funcione, el Estado debe proveer ayuda económica directa a la población, sin trámites ni requisitos. En las otras etapas, se van liberando las restricciones, pero manteniendo, por ejemplo, el toque de queda.

El objetivo de estas medidas sería crear “burbujas sanitarias”, es decir, zonas en que se logra un control general de la circulación del virus, y de las que no se pueden entrar ni salir.

El plan del Colegio Médico se parece mucho a las recomendaciones de los científicos y expertos británicos, que tienen una gran tradición académica. Y muchas de ellas fueron adoptadas por el gobierno de Boris Johnson, como las zonas burbuja o el famoso “circuit breaker” (que significa “interruptor de circuito”, más que “cortocircuito”, como dicen nuestros doctores, que se refiere a una conexión fallida; pero bueno, la idea se entiende igual…). El único problema, es que esos lineamientos nunca se aplicaron debidamente.

Para eso, el Colegio Médico tiene otra solución: una nueva “gobernanza” de la pandemia. Se trata de dos órganos, uno que reúne a ministros del gobierno, a los presidentes de ambas cámaras del Congreso, municipalidades, universidades, representantes de sociedades científicas y -como era de esperar- del Colegio Médico, además del Colegio de Profesores. A eso, se suma un “equipo estratégico” con expertos o representantes de una infinidad de áreas, desde la trazabilidad hasta el sector empresarial.

Por alguna razón que no se dio el trabajo de explicar, el Colegio Médico no incluyó a organizaciones de trabajadores en ninguna de esas instancias, con excepción del Colegio de Profesores. Tampoco pensó que el resto de los trabajadores de la salud, quizás, algo pueda aportar.

Esos “detalles” demuestran por qué esta propuesta es demasiado poco, demasiado tarde. Es cierto, cualquier cosa es mejor que la mesa fantasma covid, con Piñera y el escuincle histérico ministro Paris o, en su momento, el megalómano de Mañalich. Es correcto, se debe considerar la opinión de los científicos y expertos. Es verdad, se deben cambiar los objetivos de la estrategia de respuesta a la pandemia. Es adecuado modificar las inútiles medidas del “paso a paso”.

La pregunta es ¿por qué ahora? Ninguna de las propuestas, la gran mayoría tomadas de experiencias ajenas, es nueva. Las políticas de efectiva supresión o eliminación del virus se aplican en países como Vietnam desde enero del 2020. Sus efectos positivos quedaron plenamente refrendados a mediados del año pasado.

Hubo demasiado silencio y complicidad con un gobierno que hizo lo que quiso. La única resistencia eficaz vino de la propia gente, no de los organismos que ahora deberían tomar el timón, de acuerdo a este plan. El propio Colegio Médico ayudó a legitimar decisiones que Piñera no se atrevía tomar solo, como la suspensión del plebiscito (o, al revés, la realización de las elecciones pasadas a constituyentes o la reciente, a gobernadores) o la absurda y obcecada obsesión con la “vuelta a clases”. ¡Hubo dos días de clases y tuvieron que cerrar todo, de nuevo!  

El plan, si se aplicara, sería un mejoramiento, pero no es suficiente, ni ha considerado todos los aspectos de la epidemia, incluyendo los sociales y económicos. La idea de “las burbujas” no se distingue, en calidad, de los cordones sanitarios aplicados en ciertas zonas del país, del extremo norte y sur, o en Chiloé. Eso tuvo cierto éxito, pero fue limitado en el tiempo. Porque, por muy apartado que esté una región, seguimos siendo un país, en que circulan mercancías y personas todo el tiempo.

Aquí, ya no se trata de crear una nueva gobernanza. Lo que hace falta es un nuevo gobierno, que responda a los intereses de la enorme mayoría de la población, los trabajadores, y no a los intereses económicos de unos pocos o a las prerrogativas burocráticas de ciertos grupos.