Con poco más del 98% de las actas escrutadas, Pedro Castillo logra 50,31%, frente 49,68% de la ultraderechista Keiko Fujimori. Las acusaciones de fraude de la ultraderecha se desinflan, al igual que sus expectativas de alcanzar a Castillo con la votación en el exterior. Ahora, salen los intentos del régimen de cooptar y “moderar” a Castillo.
No se proclamará ganador hasta que el 100%, o un poco menos, de los votos estén contados. Pero la ventaja, muy estrecha, representa más de 108 mil votos, una meta inalcanzable para Fujimori. Los votos en el exterior, muchos de los cuales recién se contabilizan ahora, la favorecen ampliamente, sobre todo los de Estados Unidos. Pero la distancia es menor a la esperada, y no será suficiente para revertir el resultado. En Chile, por ejemplo, Fujimori venció con claridad, con más de un 56%. Pero ese margen está muy por debajo de lo presupuestado: la ganancia neta para Fujimori fue de sólo 5.364 votos. Muy poco para alimentar las últimas esperanzas que le quedaban. Entre los inmigrantes peruanos en Europa, los resultados fueron aún más decepcionantes; Castillo, incluso, se impuso en Italia. En Perú, quedan menos mesas que contar, pero estas pertenecen a las zonas en que Perú Libre ha ganado con claridad, como Junín y Ayacucho.
Mientras, el fujimorismo ha fracasado en alimentar su campaña del fraude. Sus manipulaciones fueron desestimadas por las autoridades electoral y por la propia delegación de observadores de la OEA. Lentamente, pareciera que el régimen se está haciendo a la idea de que deberá aceptar la victoria de Castillo.
Y ya se nota. En la prensa elogian a asesores del candidato-profesor que sumaron a la segunda vuelta de la campaña, provenientes de otros partidos de izquierda, como Pedro Francke. El economista declaró que se protegerá la propiedad privada, no se realizarán estatizaciones, y que ve una amplia coincidencia en la política económica con las fuerzas de derecha en el Congreso. Y al mismo tiempo, atacan a Vladimir Cerrón, el presidente de Perú Libre, como un representante de tendencias extremas. Es un guión conocido, que se despliega frente a un pueblo que está alerta ante las maniobras.