¡¿Otra rata en su casa?!

Otro asesino purgará su condena, en su casa. Esta es por el asesinato de 17 trabajadores del Complejo Maderero y Forestal Panguipulli, cometidos por militares durante la dictadura de Pinochet. El delincuente se llama Santiago Sinclair y es un «general retirado» que hoy tiene 90 años y que por instrucción y consideración de la jueza de la Corte de Apelaciones, Paola Plaza González, que lo procesó, pagará por sus delitos en la comodidad de su casa, por la pandemia, dijo.

Sinclair fue condenado por el asesinato de 17 trabajadores. La jueza que lo procesó, en un gesto de «suma humanidad», lo destinó a purgar en su casa.

El día 9 de septiembre de 1973 militares de los regimientos Caballería N° 2 ‘Cazadores’ y ‘Maturana’ de Valdivia, salió rumbo a Futrono al mando de un oficial en una caravana compuesta por varios vehículos, entre todoterrenos y camiones, con una dotación aproximada de noventa personas. La caravana militar se dirigió hacia el sector sur del Complejo Maderero Panguipulli, con el propósito de detener a un número determinado de campesinos. Todos los trabajadores detenidos fueron fusilados y enterrados en el sector del Fundo Chihuío

El ex-senador designado y miembro de la Junta Militar está procesado en calidad de autor del delito. Fueron asesinados: Carlos Maximiliano Acuña Inostroza, José Orlando Barriga Soto, José Rosamel Cortés Díaz, Rubén Neftalí Durán Zúñiga, Luis Arnaldo Ferrada Sandoval, Eliecer Sigisfredo Freire Caamaño, Narciso Segundo García Cancino, Juan Walter González Delgado, Daniel Méndez Méndez, Sebastián Mora Osses, Pedro Segundo Pedreros Ferreira, Rosendo Rebolledo Méndez, Ricardo Segundo Ruiz Rodríguez, Carlos Vicente Salinas Flores, Manuel Jesús Sepúlveda Sánchez, Ruben Vargas Quezada y Fernando Adrián Mora Gutiérrez.

El pueblo no se confunde. Un asesino debe purgar sus delitos en la cárcel. En este caso, como en otros muchos, no es la humanidad de una jueza lo que salva a Sinclair, es la justicia impartida con sesgo de clase. Es la justicia de los poderosos, que premia a sus servidores. Eso es todo.

Nosotros declaramos: Ninguno de los nuestros ha sido olvidado. No habrá perdón ni olvido.

¡Volveremos y venceremos!