Hernández Norambuena tendrá que continuar en régimen de aislamiento, una medida que, en cualquier sistema carcelario del mundo, hasta en el más inhumano, se usa como medida extraordinaria para castigar situaciones puntuales. Aquí, en Chile, donde se habla del respeto a la democracia, a sus normas, la Justicia determina que esa excepción puede ser la norma si se trata de castigar, políticamente, al pueblo.
No faltaba más, la decisión del tribunal fue valorada por el coronel Álvaro Rivera, director regional metropolitana (s) de Gendarmería. Con esta decisión, la Corte de Apelaciones revoca la decisión del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, de fines de abril, que ordenó terminar con el aislamiento como medida “inhumana y degradante”.
No nos extraña. El régimen tomará cada oportunidad para ensañarse con el pueblo, para aleccionarlo. Es el caso de los jóvenes presos del levantamiento popular que llevan meses en prisión preventiva, sin avances en la investigación y por supuesto, sin condenas. Una situación irregular, denunciada y reclamada sin que, hasta hoy, haya una solución.
La Corte señaló que las medidas impuestas a Hernández Norambuena “se justifican en su comportamiento e historial en centros de reclusión, como la fuga de 1996 o haber pertenecido al FPMR”.
Y después nos dicen, así con esa cara, que en Chile no hay presos políticos.