En Colombia, la reacción también sale de blanco

Como las callampas cuando deja de llover, así salió hoy la reacción a las calles colombianas. Salieron con lentes de sol, poleras blancas, jeans, enarbolando banderas y cantando el himno nacional. Sale la reacción a pedir paz y diálogo. Sale ahora que sale el ejército para flanquear sus espaldas. Porque a diferencia del pueblo valiente que sale a enfrentar los cañones, la represión, la brutalidad policial, la reacción es cobarde.

Si, luego de un mes, asoma la naricilla, cobarde, la reacción. No son miles, apenas cientos, pero se hacen sentir porque los custodia la policía servil, el ejército en las calles. Entonces, creen parecer muchos, pero son pocos, aunque gritan mucho. Mucho sin embargo es el pueblo colombiano que ha logrado sostener durante un mes, sin tregua, su lucha por un futuro mejor.

Ayer, Duque sacó a los militares. A limpiar las rutas, a terminar con los vándalos. Su principal urgencia, que las mercancías no detengan su tránsito. La primera medida, despejar las rutas que llevan hacia el principal puerto, Buenaventura. Así, no es un corredor humanitario el que custodian los militares mientras la reacción de blanco aplaude su paso. ¡No! No es un corredor humanitario, es un corredor para que circule el capital.

Duque gana tiempo. No es más que eso. Porque no hay nada que pueda hacer. El pueblo exige el retiro de la represión, de la Esmad, de la Policía Nacional, y ahora, de los militares. El Comité del Paro queda como chaleco de mono. La principal de las exigencias ha quedado en punto muerto. Las cifras de la represión aumentan.

Aunque aquí como allá, la reacción se vista de blanco,  la reacción es pequeña y cobarde, aunque grite mucho. Y aunque hoy se despejen las rutas, el pueblo volverá a levantar, una y otra vez, sus puestos. Caerá y se volverá a levantar, porque hemos dicho, los pueblos de nuestra América han levantado la mirada y no hay marcha atrás. Van con paso de gigante.