Desastre pandémico: Piñera es el responsable

Más de 8 mil casos en un día. 185 muertos. Claramente, la pandemia no para. El gobierno se descontrola: quisieran dar por terminado el Covid-19, pero su incompetencia mantiene el peligro, aún pese a las vacunas. El ministro de Salud, Enrique Paris, tuvo un ataque de nervios en cadena nacional. No sólo enfrenta su propio fracaso, además debe encubrir la responsabilidad directa de Piñera.

El show del Minsal de los jueves fue tan desastroso como las cifras. Más de 8.117 nuevos casos. Sólo dos días antes, el ministro Enrique Paris había desechado esa posibilidad. Hoy, se volvió pasivo-agresivo: “felicito a quien haya hecho esa proyección, es un cálculo muy bueno”. El resto del tiempo fue más bien activo-agresivo: “No es culpa de las autoridades que el virus circule, no es que culpa de las autoridades que haya aparecido un virus nuevo en el mundo, no es culpa del Gobierno que el virus esté circulando ¿o usted piensa que nosotros lanzamos el virus y el virus circula porque el gobierno quiere que aumenten los casos?”

Sobre el improvisado permiso de movilidad sólo dijo: “¿por qué no le vamos a poder dar una cierta libertad a la gente para que salga? ¿O ustedes están en contra de la libertad, están a favor de que la gente siga encerrada en sus casas y que los abuelitos o adultos mayores no puedan salir a caminar y que los niños no puedan salir a jugar, o que los deportistas no puedan salir a trotar?”

No, enanito, no. Nadie quiere eso. Lo que queremos es que dejen de mentir, manipular y manejar las cosas a la medida de los intereses comerciales y de la incompetencia del gobierno. Una incompetencia tal, que ha convertido a Chile en un caso de estudio mundial. Hay más de siete millones de personas vacunadas, pero la pandemia no deja de expandirse.

Ajustado a la población, Chile tiene 12 veces más nuevas infecciones que el Reino Unido, pese a que la proporción de la población plenamente vacunada en nuestro país es, incluso, superior. Algo está andando muy mal aquí. Y, los expertos coinciden, lo peor está por venir. Se viene el invierno.

Siguiendo esa misma regla, hoy la diseminación del virus en Chile supera a la India o a Brasil, aunque menos mala que en Argentina o Uruguay. Paris se colgó de eso para justificar el desastre.

El ataque de nervios del médico en la conferencia de prensa fue de antología: una periodista se justificó que su canal le había “mandado” a hacer una pregunta aparentemente “difícil”; quiso así evitar el bullying del pequeño ministro energúmeno. Pero eso sólo es un síntoma. Paris no corta ni pega. La presión viene por la necesidad de proteger al verdadero responsable.

Escuincle ministro

El ministro justificó la mesa Covid “inexistente”, sin actas, sin resoluciones, sin miembros, sin criterios, sin nada, revelando como realmente funcionan las cosas: las decisiones sanitarias las toma Piñera, “el presidente, incluso, va leyendo, comuna por comuna, los datos”.

Ya saben, si retrocedió a cuarentena o si se abrió una comuna, fue porque Piñera lo dijo. Extrañado, Paris agregó “¿para qué queremos asesores externos?”, como queriendo decir que con ese genio a cargo del buque ¿para qué consultar gente que sepa?

¡Eso, petiso! ¿qué podría salir mal? El problema es que, por lo visto, todo. El gobierno, en cada momento de la pandemia, ha buscado encubrir sus errores, sus fracasos, su ineptitud y el hecho de que quiere favorecer a los intereses económicos y comerciales.

Esta crisis se ve agravada, además, por la presión que pone el oficialismo, que arrinconado y atribulado, quiere copiarle el guión a sus colegas de Argentina y España. Especialmente, la victoria electoral de la derecha en la comunidad de Madrid dejó impresionados a la UDI y compañía. La plataforma cuasi-negacionista de la candidata vencedora Isabel Díaz-Ayuso les quedó gustando. “Si voy a misa, a los toros o a la última discoteca, lo hago porque me da la gana. Vivo en Madrid y por eso soy libre”. Sí, sí, libre como el ave que escapó de su prisión y puede, al fin, volar, o algo así. La demagogia ultra juega con el cansancio, las necesidades y la presión sobre la población.

Entre esos dos fuegos, la catástrofe sanitaria y las exigencias de abrir totalmente el comercio y la economía, se mueve el gobierno. Pero, además, hay una tercera condicionante: encubrir todas las mentiras, manipulaciones, delitos y corruptelas cometidas en este año y medio de estado de excepción. Aunque ya no hay mucho que esconder: Piñera es el responsable.