Prat: la verdad y la mentira

El 21 de mayo de 1879, Arturo Prat salta al abordaje del Huáscar, en plena guerra del Pacífico. Los mandos navales que le rinden culto hoy, son los mismos que lo denigraban y maltrataban: lo consideraban «poco militar».

Arturo Prat, como muchos hombres y mujeres en la historia chilena, ha sido uno de esos personajes vapuleados y maltratados por las castas que dominan el país.

Entró a los 10 años a la escuela naval, por una beca por la provincia de Arauco. A los 13 años egresa como el mejor de su promoción y se convierte en guardiamarina. Luego de oficial, años más tarde, trató de traducir libros del francés al español, porque veía que la educación era deficiente en la Academia Naval. El año 1875, ante un temporal, la Esmeralda casi zozobra. Prat y otro marino logran vararla y salvarla de la destrucción.

En 1870, se integra al Liceo de Valparaíso para conseguir el diploma de bachillerato y así poder estudiar leyes en la Universidad de Chile. Mientras tanto, defendió a un marino acusado de desobediencia y a su amigo, Luis Uribe, acusado de desacato y desobediencia a sus superiores. En su tesis “Observaciones a la ley electoral vigente” planteaba “que el resultado de las urnas debía ser fiel a la expresión de la voluntad nacional”.

No tenía ambiciones de lucro, ni honores, ni gloria, como lo expresó para seguir en la Marina, aún cuando ejerciendo de abogado sería mejor.

La insidia y la envidia lo persiguieron. Muchos marinos lo consideraban «poco militar» por ser abogado. Entre los libros que leía estaban autores tales como Voltaire y Rousseau.

Por su “menor valía militar” fue dejado como secretario ayudante de la Comandancia General en Valparaíso. Por suerte, el ministro Sotomayor necesita un asesor y le dieron a Prat. En ese viaje se ganó su confianza y el ministro intercedió para que le dieran un mando. Para no quedar mal, la Marina le dio el mando de la Esmeralda, uno de los dos peores barcos de la escuadra chilena que, junto a la Covadonga, mantenían el bloqueo de Iquique. Lo que siguió es parte de la historia conocida.

Prat, como otro de sus subalternos, Arturo Fernández Vial, creía en los valores morales de los chilenos y lo refrendaron en sus acciones. El heroísmo de Prat es indiscutible. Eso sirvió para encasillarlo. Pero al lanzarse en contra del adversario, en una contienda desigual, demostró que efectivamente ponía a Chile primero. Era cierto que era «poco militar». Los militares chilenos no se distinguen por sacrificarse por lo demás, sino por atacar a su propio pueblo. Por eso, Prat es un héroe verdadero y los homenajes oficiales que se le rinden, una gran mentira.