Los últimos días las muestras de solidaridad con Palestina, a través de manifestaciones en todo el mundo, han sido numerosas. Un hecho especial, es la solidaridad que han dado mandatarios a Israel, sin siquiera considerar que es el provocador del conflicto.
Para muchas personas resulta inexplicable el apoyo que da el presidente de Estados Unidos o la canciller alemana Angela Merkel al gobierno de Israel. Más raro aún, es el izamiento de la bandera israelí en la cancillería de Austria, en solidaridad contra los ataques terroristas.
Reivindican el derecho a la defensa en caso de ataque, con cohetes. En cambio, no reivindican el derecho de los palestinos a defenderse cuando son atacados con armas por los colonos israelíes o cuando la policía allana los hogares y echa a sus dueños para usarlos por ciudadanos judíos.
Podemos contar varios presidentes premios nobel que se sumían en el problema palestino, y eran premiados. Pero al final no se ha logrado nada. En estos momentos, las fuerzas armadas hebreas siguen destruyendo infraestructura en Gaza, matando personas civiles y sembrando el terror étnico. Y Palestina se sigue reduciendo geográficamente.
Mientras deliberan por la paz, y apoyan a Israel, envían armamento para que puedan seguir atacando a los “terroristas” de Hamas. En el intertanto, obuses bombardean periódicamente, barcos lanzan misiles hacia la costa y la fuerza aérea judía destruye edificios e instalaciones y realiza asesinatos selectivos.
Como dice el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu: “Tenemos el derecho natural a la defensa propia”. Ese derecho natural que plantea, lo tienen todos los seres humanos, quizás no vea como tan humanos a los palestinos.