El gobierno está muerto

Acabaron las votaciones, todos son ganadores y, a la vez, perdedores. Nos encontramos ante la paradoja del gato de Schrödinger. El gobierno está vivo, pero muerto a la vez.

Muchos lloraron por anticipado con la vieja cantinela: el pueblo no sabe, el pueblo es tonto, se conforma con lo que le dan. El pueblo se da perfectamente cuenta de que aquí no se jugaba el todo o nada. Distingue que todo está manipulado para que los políticos del régimen se impusieran. Pero, aun así, con todo a su favor, éstos no ganaron.
Otros en cambio, estarán exultantes porque perdieron los partidos políticos y el voto se fragmentó. Pero ese no es un triunfo definitivo. Sólo marca un acontecimiento más en una lucha que sí tiene que terminar con un ganador y perdedor definitivo.


Los tres tercios volaron por el aire. Ya no existen desde la votación del plebiscito que fue 80 contra 20. Querían reflotar la antigua política, y lo único que lograron fue hundirla para siempre. Lo que queda de evidencia es que su régimen se acabó. Con el apoyo del gobierno, de los empresarios, de los políticos, de los medios de comunicación, no han logrado mantener su poder. Y eso que se salvan un poco, porque una gran parte del pueblo se abstuvo en las elecciones. Como decía alguna vez el titular de un diario: “corrió solo y llegó segundo”. Así se puede caracterizar lo que le sucede al sistema político actual.


El gobierno dice que ganó la democracia, que eso es lo importante, y llamará a la unidad y el diálogo. Pero la realidad es que perdieron, ellos y su sistema político. Todos sabemos que no era necesaria una votación para constatar la derrota inminente del sistema político actual. Eso es vox populi. Se ha demostrado en el poder que el pueblo ha generado en este último año. Quedó en evidencia para la votación del apruebo y demostró su fuerza doblándole el brazo al gobierno y al régimen político con los retiros paulatinos de los 10% consecutivos.
El único ganador de hoy es el pueblo, porque queda ratificado la enorme brecha que nos separe de la oligarquía y la clase trabajadora. Somos más, somos más fuertes y barreremos con ellos, tarde o temprano.
Al gobierno actual, le sucede lo mismo que la paradoja del gato de Schrödinger, parece estar vivo y muerto a la vez. Resolviendo la paradoja, declaremos simplemente que el gobierno está muerto.