En Colombia, la oligarquía teme una “revolución molecular disipada”, y dicen que eso es lo que está ocurriendo. En tanto, la policía, que ha tenido cursos sobre el tema, se prepara metódicamente para perseguir a los “revolucionarios moleculares disipados”.
Se escuchan cantos de sirena a lo lejos. Esas voces dicen que hay una “revolución molecular disipada”; un pensamiento bien francés para decir que no se entiende qué en algunos países ocurren levantamientos populares.
Es tan disipada la revolución que no se conoce quién es el enemigo y, quizás, tampoco quién es el amigo. Es tan molecular que se diversifica y no se puede reconocer, es tan acéfala que no sabe a dónde ir.
Con la revolución molecular disipada, los eruditos e intelectuales de siempre, tratan de entender el proceso revolucionario, no mirado desde el ser humano real que lucha por lo que cree que es justo, sino desde una visión individualista y alejada del ser social que somos.
Se presenta el problema a aquellos políticos que creen que no es posible una revolución, porque los trabajadores estarían tan ocupados ganando dinero que ya no les importa el bienestar social, sino sólo el individual. Entonces, la lucha de clases y la revolución se desplaza a los marginados, ellos si harán la revolución, que no será jerarquizada: las mujeres, los ambientalistas, las minorías sexuales, los inmigrantes, los desempleados, etc.
Los que proponen esto, no conocen al pueblo, lo subestiman y magnifican al “capitalismo mundial integrado”, que llevará a una suerte de fascismo mundial.
Estos planteamientos fueron hechos en Europa y hace tiempo en los años ’70. Fue la reacción académica, sobre todo en Francia, a los acontecimientos de mayo del ’68. Convirtieron una de las mayores batallas de los trabajadores de esa época, una huelga general que abarcó a nueve millones de trabajadores, en un desliz, decepcionante y fugaz, de la vida universitaria. En esa línea argumentan autores como Foucault y el propio Félix Guattari, el inventor de la frase de la revolución molecular disipada. Pero la misma historia los desechó.
El mundo volvió a cargarse de revolución y la lucha de clases comenzó a movilizar a millones de personas por el mundo, no a pequeños grupos marginales, que botaron regímenes en el África árabe, que propiciaron movilizaciones en Europa e incluso en la misma Francia, que remecieron Estados Unidos y que tienen en vilo a América Latina en el presente.
Como siempre la puesta en marcha de los trabajadores, iniciará en la búsqueda de los líderes adecuados para que lo conduzcan, y mientras no pase eso, parecerá que se conducen sin una dirección, hasta que logran la conducción y la revolución.
La revolución no será una “revolución molecular disipada”, para que no tiemblen la clase burguesa, sino será sólo una revolución, y a esa ¡sí hay que temerla!