Antofagasta: la solidaridad del pueblo versus el oportunismo electoral

Solo el pueblo ayuda al pueblo, afirman en las organizaciones populares. Habría que añadir solo el pueblo ayuda al pueblo sin esperar obtener ventaja de ello. En Antofagasta, la tragedia de decenas de familias que fruto de un voraz incendio quedaron en la calle, intentó ser utilizada por un par de candidatos para fines electorales. ¡Que inmoralidad!

Bastaron unos pocos minutos para que las llamas consumieran 37 viviendas en los Campamentos Unión y Fuerza Latina, en las calles Juan Ferraro y Mateo de Toro y Zambrano, en Antofagasta. El reloj marcaba cerca de las 10 am. En un santiamén, 104 personas perdieron sus casas.

Para el pueblo suele ser eso, o todo o nada. Y la acción directa de vecinos, diligentes y preocupados, impidió que el fuego se propagara y aumentara el número de viviendas siniestradas.

Mujeres y hombres, manguera y baldes en mano, combatieron las llamas y acudieron a salvar una que otra pertenencia. El incendio se extendió hasta que bomberos lograron apagarlas. ¿Carabineros? Sí, de espectadores. Gracias.

Rápidamente los vecinos se organizaron. Las redes de apoyo solidario se articularon. El pueblo venía en ayuda de los suyos. Alimento no perecible, ropa, utensilios. Era la preocupación genuina por los de a pie, por la clase trabajadora. Era el aguante colectivo concreto y en acción. Esa que consiste en compartir lo que se carece, sin ningún cálculo egoísta. Con la generosidad propia del pueblo.

Lo que no es propio del pueblo es el oportunismo. Muy común, en cambio, en los partidos del régimen. Más en tiempos de campañas. Así llegaron hasta la Escuela Gabriela Mistral, el lugar elegido para el acopio, dos candidatos, cada uno en un camión. Cada uno con pancartas, asesores, señoras y jóvenes cubiertos con la imagen de su candidato.

La sorpresa y la indignación corrieron en paralelo. Lentamente las voces se elevaron, “La ayuda tiene que venir sin nombre, debe ser anónimo”; “se aprovechan de la tragedia del pueblo pa’ hacer sus campañas”, “¡Caleta de familias llorando en el incendio, y estos hueones vienen a aprovecharse de eso!”. Frente al repudio y la exposición, sin pensárselo mucho, los candidatos y sus camarillas quitaron las pancartas. La expresión de uno de los candidatos, pasó de susto y preocupación a humildad… circunstancial y oportunista. Las cosas se entregaron. La gente la recibió. Pero en el aire quedó claro quiénes eran los que no tenían el decoro de acudir más que para obtener algún rédito. Nada iguala la moral de los trabajadores, nadie iguala al pueblo de a pie.