La política chilena juega sus cartas en una pequeña arena, donde partidos políticos casi extintos se juegan su existencia en negociaciones que no tienen ningún fin. Juegan a los “mínimos comunes”.
Los políticos del país están jugando sus cartas, unos frente a otros, los mismos de siempre, saben exactamente cual será el final. No porque vean el futuro, sino porque lo han hecho tantas veces antes que saben el libreto de memoria. Todos ellos se están jugando el mismo destino, desaparecer, ser juzgados, entonces tiran las cartas para salvar a quien creen que es el mal menor. Si no, todo deviene en caos y destrucción de su sistema. En pocas palabras se están erigiendo en salvadores, aunque nadie lo sepa.
Esta es la política de los imbéciles, de los débiles o cobardes. El imbécil, es el que no puede sujetarse por sus propios medios, y se junta con otros imbéciles para sostenerse mejor. El dilema es que, si uno cae, caen todos al mismo tiempo. Estamos mirando el reino de los imbéciles.
En la política criolla, juegan a los “mínimos comunes”, como en las matemáticas donde el mínimo común entre muchos siempre es lo que todos comparten, lo que tienen de similar, en este caso ser imbéciles.
No podemos esperar nada de sus negociaciones, de sus expectativas, de sus palabras altisonantes, sólo decepción y desesperanza en el futuro.
Quizás el juego del pueblo, debe ser jugar a ser valientes e inteligentes.