El 7 de mayo un ciberataque a un oleoducto implicó que se paralizara el suministro en una parte de los Estados Unidos. El presidente norteamericano, Joe Biden culpó indirectamente a Rusia de tal sabotaje.
En el mundo no es nuevo que ocurran sabotajes de diversa magnitud a países. Los ciberataques están destinados a dañar instalaciones y en otras, a crear vulnerabilidad al enemigo.
Esta semana le tocó a Estados Unidos sufrir un ciberataque a una instalación petrolera, que significó la paralización de sus funciones, la falta de oferta de combustible y su encarecimiento. En sí, el ataque consistió en un ransomware, programa que encripta los datos que se tienen, no se pueden acceder a ellos a menos que se pague una cantidad de dinero y al pagar se da una clave con los que puede liberar los datos. En este caso Colonial Pipeline, una infraestructura crítica para el gobierno norteamericano, no protegió adecuadamente sus redes.
La mitad del combustible que necesitan los ciudadanos del este de Estados Unidos lo suministra la Colonial Pipeline, por esa razón se ha transformado en un escándalo, aún más cuando varios Estados han tenido que declarar el estado de emergencia, pues ven con estupor como las gasolineras se van quedando sin combustible. Incluso, el presidente norteamericano culpó a Rusia de estar detrás de los ataques.
Como un hecho peculiar, el grupo DarkSide que realizó el ataque cibernético plantea que ellos son apolíticos y no buscan que haya problemas sociales, sino solo quieren ganar dinero con su extorsión. Es decir, no buscan crear conflictos entre naciones, simplemente como muchos otros buscan el sueño americano mediante el secuestro de datos en los Estados Unidos.