Israel ha bombardeado de nuevo la Franja de Gaza. Sus misiles golpean a civiles, buscando causar el máximo terror entre la población. Asesinaron a 21 personas, entre ellos 9 niños, y provocaron decenas de heridos.
La represión de los últimos días en Jerusalén, que ha tenido cientos de heridos, fue una provocación del Estado sionista de Israel que pretende desalojar a palestinos de sus viviendas y poner en ellas a judíos, todo esto al amparo legal.
Hoy, se han sucedido bombardeos indiscriminados a la población palestina. Aviones de guerra tiran misiles a ciudades, a la población civil. Esto no es nuevo. Desde la implantación del régimen israelí, ha venido sucediendo, año tras año, con el concierto de diversas naciones, sobre todo, Reino Unido y Estados Unidos.
La tierra prometida ha sido tomada y quitada, literalmente, a sangre y fuego. Palestina, como país, fue usurpado y de sus entrañas nació Israel, que se hizo de los territorios y utiliza a la población como mano de obra barata, para su beneficio.
Un pueblo que sufrió a manos de los alemanes nazis la persecución y el odio, hoy día repite lo mismo hacia otro pueblo. No se puede transigir, ni respetar a un país que comete matanzas indiscriminadas, violaciones a los derechos humanos y opera con una fuerza letal contra cualquier manifestación en su contra. Un país que tiene en cárceles a niños de 6 años por lanzar piedras, que hace limpieza étnica, que se creen superiores a otros iguales a ellos, y que opera basado en la impunidad absoluta, bajo la protección de Estados Unidos.
Mientras sucede esto, miles de ciudadanos se manifiestan en diversas zonas del Medio Oriente, solidarizando con un pueblo oprimido. La resistencia de un pueblo, cualquiera sea, no se mide en los muertos que tengan, sino en la dignidad y en el ejemplo de lucha que trasmiten a sus hijos. Palestina sigue siendo ejemplo para sus hijos.