Las audaces conclusiones que se despachó ayer el presidente de la CPC, Juan Sutil, sobre el origen de todos los males, apuntaron, por un lado, a la población como responsable por las muertes del Covid, y a los trabajadores migrantes por la crisis económica. Sobre el régimen, ya dijimos, no dejó mono con cabeza, pero ese hueso, a otro sabueso.
Conviene eso sí, aclarar algunas cosas. Más precisamente, lo señalado sobre la llegada de trabajadores latinoamericanos y del Caribe y su supuesta responsabilidad en la crisis económica.
Nuestros hermanos americanos dejan atrás a hijos, padres y abuelos. Sus casas, sus sueños. Vienen expulsados por conflictos internos, por necesidades económicas. Aquí, creen, encontrarán una oportunidad. Pero al igual que nosotros, trabajadores, encuentran en Chile abuso, discriminación, penurias económicas, hacinamiento. En suma, aquí como allá, encuentran explotación. Hay excepciones, claro, algunos ricachones o ladrones o gente que cree que puede venir a insultar a nuestro pueblo y a sus muertos. Pero de esos indeseables también tenemos en versión «made in Chile».
Y sí, donde quiera que el trabajador va sólo encuentra explotación. Son los migrantes, los que conocen fronteras. El capital no tiene patria. Y Juan Sutil, representante del capital, con una mano maneja la pulpería y con la otra, regala el vino.
Ayuda para los migrantes
En su sección de Transparencia, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) nos permite acceder al balance 2020 de la institución. En la página 35 podemos ver qué organizaciones financian el trabajo en apoyo a los migrantes, con el fin de aminorar las duras condiciones que enfrentan acá y abogar por sus derechos.
Y ¡oh, sorpresa! Una de la instituciones que más aporta al SJM es… ¡la CPC! La misma que encabeza Sutil. En 2020, la Confederación de la Producción y el Comercio donó $187 mil millones. Eso es más que la Organización de Naciones Unidas para la Migración (ACNUR) y menos que la… ¡Fundación Luksic! que encabeza los aportes con $309 mil millones.
Entonces ¿estamos ante una paradoja? ¿Con una mano maneja la pulpería y con la otra regala el vino el patrón? ¡No! No estamos ante una paradoja. Estamos frente al rostro del capital: la explotación.
No contentos con tener a la clase trabajadora chilena con salarios que no alcanzan para su supervivencia, los capitalistas pavimentan el largo y pedregoso camino que recorrerán los hermanos latinoamericanos que llegan. Y con la desfachatez que los caracteriza, una vez dentro, los culparán del pan que nos quitan.
No señor Sutil, esta vez ¡ustedes no pasarán!