En Colombia también: paro nacional

Duque está solo, al igual que Piñera. Su coalición lo abandonó. Con ello, lo mismo que en Chile, creen ganar tiempo. Pero allá y acá, la clase trabajadora demuestra su creciente capacidad de lucha. Ya no hay tiempo. Son ellos, o nosotros. ¡Vamos por todo!

Desafiando el tercer peak de la pandemia, miles de trabajadores colombianos salieron a las calles al llamado del Paro Nacional contra la reforma tributaria impulsada por el derechista Iván Duque. Las movilizaciones comenzaron muy temprano y miles coparon las capitales de las principales ciudades del país. A media jornada, el pueblo colombiano era una marea. Una multitud ocupó la Plaza de Bolívar en medio de una lluvia torrencial. En distintos puntos del país, manifestantes bloquearon carreteras y avenidas. Las fuerzas represivas, encabezadas por el odiado cuerpo ESMAD de la Policía Nacional y efectivos militares, arremetieron en contra de los trabajadores.

En la tarde, las autoridades impusieron un toque de queda en todo el país. En la ciudad de Cali, el alcalde decretó la prohibición de salir a las calles a partir de las 13 horas. La medida regirá entre mañana y el dos de mayo, se informó.

El paro fue convocado por diversas organizaciones sindicales, campesinas e indígenas que se oponen, entre otras acciones antipopulares, a la reforma tributaria impulsada por el presidente Duque, que incluye un alza del impuesto a los combustibles y la aplicación del IVA a los productos de primera necesidad. El mandatario justificó el proyecto con la necesidad de frenar el déficit fiscal y garantizar el pago de la deuda externa.

«Hundir la reforma tributaria es cerrarle el paso a la reforma pensional y a la laboral y rescatar la soberanía contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)», señaló el sindicalista Diógenes Orjuela, secretario General de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT), que integra el Comité Nacional del Paro (CNE), convocante de la protesta.

Las organizaciones sindicales aún deliberan si continuar el paro este jueves, a pesar de las medidas restrictivas impuestas por el gobierno. Parece difícil que los dirigentes puedan sustraerse de la presión y la decisión demostrada por los trabajadores en la jornada del 28A, como se le ha conocido.

En la tarde, ante la fuerza del paro, Duque pareció ceder y llamó a «un diálogo nacional» «sin vencedores individuales». Previamente, el jefe de la ultraderecha colombiana, el ex presidente y padrino político de Duque, Álvaro Uribe, realizó lo que llamó una «súplica angustiosa» al gobierno y a los partidos de oposición. Propuso «un texto simple, no agresivo» para reemplazar el plan de Duque.

Igual que en Chile

Al igual que Piñera, Duque está solo. Su coalición lo abandona. Con ello, igual que acá, creen ganar tiempo.

Porque al igual que Chile, donde la pandemia frenó las movilizaciones populares de 2019, los trabajadores recuperan fuerzas, pierden miedo. Y gana terreno la idea de un paro nacional, organizado, efectivo, combativo, sin medias tintas. Aquí, allá y acullá.

Porque ni aquí, ni allá ni acullá el régimen tiene respuesta. La crisis no es local, la crisis es americana, es mundial.

Con el cadáver aún caliente, en Chile, la clase política en su conjunto ya se organiza para impedir una nueva postergación de las elecciones. Las mega elecciones, le han llamado. Saben que para lo que viene no hay respuestas desde el régimen. Esta semana hemos demostrado una vez más que tenemos la capacidad de ir por todo.

La ineptitud del gobierno de Piñera llevó al pueblo a demostrar su capacidad de lucha. Desde Arica a Punta Arenas, la clase trabajadora mostró unidad, convicción y fuerza. El reloj no para. Apuestan que la Constituyente y el 10% calmarán los ánimos. No entienden que no se trata de ánimos, sino de nuestra sobrevivencia.

Presionados por las directrices del Fondo Monetario Internacional – ajuste fiscal y aumento de impuestos- la siempre dócil y dispuesta al diálogo Yasna Provoste (DC), presidenta del Senado, desliza la disposición del régimen para llegar a buenos acuerdos en estas materias. Es el mismo problema de Duque. Pero, según parece, la cocina, aunque se sazone con impuestos a los súper ricos y similares, ya no calienta a nadie.