¿Huelga sanitaria o huelga general?

La CUT, simplemente no da el ancho. Frente a la crisis, la cesantía, las carencias, y las deudas que afligen a los trabajadores, llaman a una huelga general «sanitaria», que no convence a nadie.

La vida transcurre sin altibajos en la sede de la CUT, frente al palacio de La Moneda. El único hecho trascendente de su representación laboral es la negociación por el sueldo mínimo. Frente al saqueo orquestado desde el gobierno, en contra de los intereses de los trabajadores y sus familias. Ley de Protección al Empleo, entre otras joyas. La heredera de las grandes luchas por «la defensa de los derechos y demandas» de la clase trabajadora, ha respondido con movilizaciones limitadas pero ampliamente publicitadas. Las que terminan en negociaciones y pactos con el gobierno y los empresarios.

Así era la vida «en el oasis», tranquila y apacible. Hasta ese 18/10. Entonces, los trabajadores y sus familias protagonizaron, ante el desconcierto de la clase dirigente, un levantamiento popular que desenmascaró la colusión de políticos, jueces, empresarios, mandos militares, iglesia, organizaciones sindicales y demás, para perjudicarles. Hubo muertos y mutilados, y nadie desde la CUT salió en defensa del pueblo. Al contrario, hicieron esfuerzos titánicos para defender sus privilegios.

De hecho, en la sede de Alameda parecen seguir «en reflexión». Ni los estragos que ha generado el Covid19 los han sacado del marasmo. Desde el Ejecutivo, las fórmulas para enfrentar la crisis social han obligado a los trabajadores a solventar con sus sueldos, con sus ahorros para la jubilación y con su seguro de cesantía, los efectos de un fenómeno que provocó miles de despidos. ¿Y la CUT?. Muy bien, gracias. El pueblo por su parte no ha esperado que venga algún tipo de ayuda real desde la organización sindical, y se han movilizado desde los territorios.

En este escenario, la CUT reaparece para pedir un sueldo mínimo de quinientos mil pesos. A estas alturas queda claro que sólo se trata de gestos para la galería. Es legítimo preguntarse: ¿Dónde estaban en medio de los despidos?, ¿O cuando se aplicaban leyes en contra de los trabajadores?, ¿O mientras se echaba mano a los fondos previsionales para paliar el hambre, las deudas, la vida?

Hoy llaman a una “huelga general sanitaria”. Una huelga que involucra banderazos, cacerolazos y lo más aterrador para los empresarios, un paro telemático.

El movimiento de los trabajadores, hoy requiere dirigentes que estén a la altura de los actuales requerimientos. Como lo fueron Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest. Retumban los ecos de sus voces llamando al pueblo a unirse y movilizarse como una sola fuerza, para derribar a los regímenes que sólo causan muerte, represión y pobreza a las familias y a sus hijos.

El llamado no debe ser a una “huelga general sanitaria”, sino a una huelga general, y punto. Que apunte sin género de dudas, al derrumbe de un régimen contrario a los intereses de los trabajadores.