Latam: un desfalco de antologia

Se las saben por libro.

A fines de mayo, la firma anunció que se acogía al capítulo 11 de la ley de quiebras en Estados Unidos. La aerolínea chileno-brasileña abría el juego acusando el golpe por la crisis sanitaria.

Ahora bien, ¿qué significa acogerse al capítulo 11 de la mentada ley de quiebra norteamericana? Partamos por lo básico. No es la bancarrota. Se trata en teoría de una fórmula comercial para reorganizar el patrimonio y buscar una salida a la crisis, que no signifique el cierre de sus negocios. Implica una suspensión automática de ejecución de a lo menos 180 días. En buen chileno: LATAM les ha pegado un portazo a sus acreedores, los que deberán esperar, pacientemente, el pago de sus deudas.

El plan es literalmente un robo a mansalva. Amparados en el Capítulo 11 de la citada ley, la sociedad anónima Costa Verde Aeronáutica, de propiedad de la familia Cueto y la Familia Amaro, se ha comprometido poniendo US$300 millones. Otro tanto hizo su socio Qatar Airways, quien se ha obligado a aportar otros US$600 millones. Con ese total de US$900 millones, Latam se presentó muy campante ante el Tribunal de Quiebras de Nueva York para hacer frente a pasivos por ¡US$11 mil millones!

El plan se resume así. Tus compromisos con tus deudores son estratosféricos y no puedes afrontarlos. ¿Qué haces? Presentas tu solicitud de bancarrota. Y para mantener tu posición en las negociaciones aportas financiamiento para “amortizar” la deuda. Esta figura conocida como Debtor in Possession (DIP) te permite seguir manteniendo los bienes bajo tu administración. Postergas los pagos a todos tus deudores. Y, como broche de oro, te conviertes a ti mismo -socio de la empresa en insolvencia- en deudor “ultra-ultra preferente”. O sea, colocas dinero para salvar la quiebra y, a cambio, en un arte de birlibirloque, a la hora que Latam pague sus deudas te colocas primero en la fila para recibir como acreedor. ¡Se las saben por libro!

Entretanto, sigues como Magdalena llorando en los pasillos del gobierno local (Perú, Chile, Colombia). No descartas completar tu plan perfecto con un desfalco a las arcas del Estado. Sabes que la han señalado como una posibilidad, aunque poco probable en opinión de la clasificadora de riesgo Fitch.

La fórmula ha sido utilizada en Europa principalmente. Sin embargo, esto nuevamente supondría ir al salvataje de empresas privadas con la plata de todos los chilenos. Empresas que no tienen ningún sentido social con el pueblo de Chile. El pueblo no viaja en avión. Si lo hace, es endeudándose o en condiciones muy básicas. Alejados de la comodidad de la clase business.

Pero mientras juegan sobre seguro con sus capitales, lo que no está nada seguro es la estabilidad laboral de sus trabajadores. La firma ya les informó que debido a las medidas económicas que deben implementar, sus puestos no estarán asegurados y se harán recortes que permitan solventar las ganancias de la empresa.

Es inconcebible pensar en socorrer a quien juega con el trabajo de sus empleados, y vela por enriquecerse. Es inmoral ayudar a una empresa que, como toda empresa capitalista, sólo le preocupa mantener su tasa de ganancia. Es inmoral en tanto tenemos a nuestro pueblo pasando hambre. Muriendo en los hospitales colapsados de un sistema de salud de cuya crisis ya se tenía noticia, antes de la pandemia.

Esto sólo puede ser solucionado en la medida de que seamos nosotros, trabajadores y trabajadoras, quienes dirijamos el país.

Cuando los viajes en avión estén al servicio del pueblo, y no al servicio de los más ricos, ahí recién podríamos ayudar. Antes no. Antes está el bienestar de nuestra gente, su salud y alimentación. “Que hagan bingos», como dijo alguna vez un ministro de educación. Veamos cómo les va.