“Mi nombre es Erwin, soy papá de Martina y Antonella. Las dos últimas niñas que hizo desaparecer el hogar Tupahue de Hualpén”. Es el relato de un padre que decidió hacer público su calvario. “Empecé una batalla. Sé que no voy a conseguir un triunfo de aquí a la vuelta de la esquina por eso me atreví a hacerlo público. Y al hacerlo me di cuenta que existen muchos casos más.”
El hogar Tupahue, perteneciente al organismo colaborador de Sename “Protectora de la Infancia”, ubicado en Hualpén, presenta no solo una denuncia, sino una docena de ellas. Adopciones irregulares. Delitos de abuso sexual. Explotación sexual comercial y producción de pornografía infantil. Este es el hogar Tupahue, el mismo contra quien alza la voz el padre de las dos menores y al que sindica como el responsable de la adopción ilegal de sus hijas.
“Martina y Antonella estaban en el hogar Nuestra Señora de la Esperanza de Chillán. Tenían 7 y 5 años. Logré tener todo lo que me pedían para tenerlas conmigo. El espacio físico, pasé los test de droga y los cursos de salud mental. Tuve mi contrato de trabajo, las niñas inscritas en el consultorio y matriculadas en el colegio. Cuando llegó el día de la resolución, las profesionales dijeron que no creían en mi cambio, pero como tenía todos los acuerdos cumplidos, plantearon que mejor era dejarlas a cargo de mi pareja, quien no era la madre de las niñas. Yo, por el hecho de tenerlas a mi lado, acepté. Esos fueron los dos mejores años de mi vida, aprendí a ser papá. Aprendí a sacarme la cresta, pero con un fruto para mi familia y poder salir con ellas los fines de semana”. Nos relata Erwin.
“Me dicen que no vaya más porque mis hijas ya están con otra familia. Jamás se me citó a audiencia, jamás se me llamó.”
La relación de la pareja de Erwin con las hijas cambió, ya no daba para más. En agosto del 2019, ella se fue de la casa y dio aviso al FAE. Estos le dijeron al padre que debía entregarles a las niñas. “Para mí fue muy duro salir de la pega, ir al colegio a retirarlas y que en el bus me dijeran: ¿para dónde vamos papito? Se me pasó por la cabeza arrancarme con ellas para llamar la atención, estaba desesperado. Pero yo les creí y no quería que después se llevaran a mis hijas en el furgón. Don Erwin – me decían- vea esto como una oportunidad. Juégueselas por sus hijas. Yo los miraba y les decía – otra vez-. Otra vez tenemos que pasar por el mismo proceso, la justicia en Chile está hecha pa’ los puros bakanes, aquí es el pobre el que tiene que pagar”, afirma con rabia contenida.
“Teníamos dos visitas semanales- continúa Erwin- las veces que no podía ir por permisos en la pega iba mi mamá o mi hermana. En una de esas visitas la Martina me contó que una tía la había agarrado del moño. Yo no entendía, a mí me las pidieron por su bienestar. Y en el hogar eran maltratadas. Pedí hablar con la asistente y la directora. Ellas se llevaron a la niña a una pieza y cuando sale me dice: papito, fue todo una equivocación. Yo no dije ninguna mala palabra ¡pero no pidan que me quede tranquilo con esas cosas! Mandaron un informe al tribunal diciendo que era violento y acelerado. El día de la pascua de los conejos el guardia me dice que no puedo entrar por orden del tribunal, La directora me dice que tengo castigadas las visitas, le pedí a mi mami que les explicara bien a las hijas lo que había pasado, que no dependía de mí. Había mamás que me conocían y que les pasaban teléfonos en las visitas para que me pudieran hablar. Siempre iba a informarme de cómo estaban y a dejarles sus cositas, la última vez fue a fines de junio, y a las 2 semanas para el cumpleaños de mi hija me dicen que no vaya más porque mis hijas ya están con otra familia. Ahí me salí del libreto y solo me dicen que corte el lazo con ellas.” Recuerda.
“Ahí empecé mi lucha. Hablamos en la PDI. Supimos que el hogar ya estaba denunciado por abuso. Vimos el tremendo informe que tenían del Tupahue. Nos fuimos al Ministerio Público y pusimos una denuncia por abuso y violencia. Dejé denuncia en la OIRS del Sename y me entrevisté con el director regional a quien le expuse, que me enteré por un informe médico, que mis hijas en el hogar tenían infecciones vaginales y la menor estaba empastillada. En la Defensoría de la Niñez estamos con la denuncia y estamos a la espera. Es larga la espera cuando se trata de los hijos. Supuestamente mis hijas podrían estar en Italia, les hice seguimiento por el registro civil y el 2 de agosto fue la última vez que las encontré en el sistema y aun aparecía yo como su padre. Jamás se me citó a audiencia, jamás se me llamó. Ellos dicen que no encontraban mi dirección. Yo no creo en los políticos. No creo en la justicia. Se ha visto tanta maldad, tanto interés”, aseveró Erwin. Lo más deleznable de estos casos, es la inmoral sociedad entre gobierno, justicia, y civiles, para encubrir a los criminales. Nada más inhumano que avalar a sabiendas el horror, la tortura, la violencia, el abuso y la desaparición de niños y niñas.
Lo que se viene: la organización
“Decidimos usar las redes para hacer público nuestro caso. Pusimos fotos de las hijas y contamos que habían desaparecido estando en el hogar Tupahue. Se corrió la voz por la familia y estamos todos los días publicando. Me han hablado desde Tierra del fuego hasta Iquique. Mandan abrazos y fuerza. Dicen: no más Sename. Algunos nos cuentan casos de tíos, de hijos. Otra señora de Valparaíso, me dijo que mi caso le da fuerzas para poder pelear a sus hijos. Familias de Boca Sur y de Talca pasan por situaciones parecidas.”
“Acá tenemos un whatsapp de unas 20 familias y nos vamos coordinando. Ya hicimos caravana de autos que sacamos desde Chiguayante al centro con globitos, música y cosas de niños y niñas. Paramos en cada semáforo esperamos dos o tres cambios, mostramos nuestros carteles. Vienen familias de Coronel. También estuvimos marchando con la mamá de Tomasito, seguiremos con las marchas, murales y también pensamos en hacer una demanda colectiva. La gente nos dice que por miedo no han hecho nada y que ahora se van a atrever a contar su historia”, finaliza para nuestro medio Erwin.