La segunda vuelta a la elección de gobernadores dejó claro que la población poco interés le dispensa a este nuevo cargo y a las opciones políticas que se le ofrecían. La abstención ronda el 80%. La vieja Concertación ganó en la Región Metropolitana, gracias al apoyo del electorado del rechazo, mientras que la derecha fue nuevamente humillada.
El hecho más claro de estas elecciones es que, en todas las regiones en que se presentaba la derecha, ésta perdió con claridad, con excepción de la novena región, donde la alternativa era un antiguo senador del PPD. Pero fue Claudio Orrego quien se convirtió en el gran ganador de este domingo, al imponerse con 52,71 sobre Karina Oliva, del Frente Amplio, con 47,29, en la mayor región del país. Este ex ministro, ex intendente, ex varias cosas de la DC, logró ganar gracias al apoyo cerrado de las famosas tres comunas del rechazo, donde, en una de ellas, llegó a superar el 90%. Un tercio de todos los votos de Orrego provienen del acomodado distrito 11, donde la derecha domina sin contrapeso.
La candidata del Frente Amplio, pese a vencer en la gran mayoría de las comunas de la región metropolitana, no pudo contraponer nada a ese bloque de votación, que más que duplicó, en asistencia a la urnas, a la media nacional.
Orrego declaró que los resultados demuestran que una coalición, que se había “dado por muerta”, aún “sigue viva”. El gobernador electo debería revisar su monitor de signos vitales. Es difícil seguir vivo cuando la base política de todo un régimen ya está sepultada.
Eso lo demuestra la abstención a estas elecciones que superó el 80%. Se trata del mayor registro desde la transición, desde el otorgamiento del derecho a voto a las mujeres en elecciones generales en 1949, desde la implementación de la cédula única en 1958, desde el triunfo de Germán Riesco sobre Pedro Montt en 1901, de la victoria de Coalición conservadora sobre la Alianza Liberal un año antes…
Es, en suma, la mayor abstención de la historia electoral de Chile.
Por supuesto, hay muchos factores que influyen en este desenlace. Por lo pronto, está la pandemia; el hecho de que el cargo de gobernador regional no tenga relevancia alguna, etc.
La principal, la razón más política, es que las opciones que se presentaban no reflejan los intereses de vastos sectores del electorado. Esto debiera servir de advertencia severa, si es que no de castigo público, para el Frente Amplio y el Partido Comunista. Éstos, sin duda, creyeron que podían, con facilidad, avanzar con el impulso de los recientes comicios de constituyentes. Pero esos reflejan, de una manera distinta, también el repudio a los partidos del régimen.
Esa repulsión al régimen es el factor principal de la escena nacional y está representado por el protagonismo del pueblo, por la construcción de un poder propio, que no podrá ser canalizado ni contenido por el régimen. Apunta ese protagonismo del pueblo a cambiar todas las estructuras que lo limitan, subyugan y oprimen. Ya sería hora de que, por una vez, la vieran venir.